miércoles, marzo 07, 2018

La nueva idea de saludar con gorro ajeno

No se pueden analizar los resultados electorales sin tomar en cuenta la realidad, pero también es grave analizar los resultados de las últimas elecciones sin considerar los antecedentes de nuestra historia reciente.

Uno de los vicios más grandes que se están difundiendo en el análisis del proceso electoral es que las características y tendencias de nuestro padrón se las están adjudicado oportunistas.  Habría que explicarles a éstos que nuestro padrón tiene características que se han venido repitiendo de elección en elección independientemente de si ellos  ya estaban o no estaban involucrados en el escenario político nacional. Bien lo resume Carlos Dada en un tweet: “EL voto nulo es la tercera fuerza electoral. Y no, no es gracias a los políticos oportunistas que llamaron a votar nulo, sino al descontento de los ciudadanos.”  Si  nos ponemos estrictos con los números, el voto nulo no es la tercera fuerza política, pero independientemente de la posición ordinal que tenga, es una fuerza que ha venido creciendo. Yo agrego que también vale la pena no solo analizar el voto nulo, sino  que también es  necesario analizar el abstencionismo. 

El abstencionismo electoral no es un fenómeno nuevo en nuestro país ni en el mundo. En los últimos años se han promovido cambios al sistema y dinámica electoral para combatirlo. Con la implementación del voto residencial y el cambio de formato en papeletas incluyendo rostros, se intentó combatir el abstencionismo, según parece, el voto residencial se enfocó a reducir   la abstención  sociológica y los cambios en la papeleta a la abstención política, dos fenómenos que aunque parecidos, son diferentes. El abstencionismo sociológico  es pasivo y tiene que ver con condiciones demográficas y similares, el abstencionismo político  es activo y está vinculado con la falta de credibilidad en las elecciones, sistema y clase política. 

Recordemos que para el año 1997 la variable  abstencionismo  en elecciones legislativas fue igual al 60.8% y en el año 2000  logró su cúspide llegando al  61.5% . Las anteriores son cifras correspondientes a la palabra abstencionismo sin colocarle adjetivos y en la cumbre de la tendencia no estuvieron involucradas las redes sociales, ni hubo  convocatoria, invitación a abstenerse o anular por parte de personas importantes ante la opinión pública. 

Para las elecciones 2018,  la porción del padrón electoral que representa a los no participates equivale al 58.09%. La crisis del sistema electoral no es obra de  los personajes que llamaron a no participar en las elecciones  hasta que ellos tengan su propio partido, la crisis es más profunda y lleva varias elecciones en desarrollo y su cúspide fue en el año 2000  como consecuencia del descontento, burocracia y mil cosas más sin tener una campaña frontal pidiendo la no participación o la participación con protesta como ocurrió en los últimos días. Las redes sociales son relativamente nuevas en el panorama electoral, pero la sospecha hacia la clase política y la desconfianza en el sistema electoral vienen no sólo desde hace varios días y varios procesos electorales,  sino que ya llevan  varias generaciones formando parte de nuestra historia.

El abstencionismo es un síntoma de lo enfermo que está el sistema electoral, no se trata de  un síntoma nuevo. Por otra parte hay un síntoma que se ha intensificado y hay que prestarle más atención: el voto nulo.  

El voto nulo subió de 51 080 a 127, 458  entre 2015 y 2018. Si asumimos que el voto nulo es un síntoma que se puede relacionar exclusivamente con la crisis de la izquierda, nos damos cuenta que los 372,024 votos menos que obtuvo el FMLN entre 2015 y 2018 para diputados, no se sumaron totalmente  a la convocatoria hecha por Bukele si damos por sentado que él es el responsable de ese aumento de voto nulo y disminución en el voto de la izquierda oficial, es decir que bajo esa hipótesis, Bukele lideró a la tercera parte de los votos ausentes en el Frente pero no tuvo capacidad para liderar a las casi otros 2/3 de electores que no votaron nulo pero no confiaron en el FMLN como lo habían hecho en el 2015.

Durante años ha ocurrido que los gobernantes han sido elegidos por un porción demográfica muy pequeña como consecuencia de que el abstencionismo ha sido tendencia durante años, no porque el líder político más popular  de El Salvador haya llamado a votar nulo o a “ quedarse en casa viendo televisión”.  

Las elecciones 2018 no representan la tasa más  grande de abstencionismo electoral que ha conocido nuestro país; para muchos será dificil  creerlo, porque se trata de algo que no tiene hashtag a, algo que está en la historia y no fue transmitido a través de las redes  sociales.

Bukele y los espejismo numéricos

Es cierto que el municipio de San Salvador concentra al número más grande de electores de todo el país, pero los resultados obtenidos en la contienda por la alcaldía no deben utilizarse para hacer un análisis del resultado legislativo y menos para realizar proyecciones  irresponsables hacia las siguientes elecciones presidenciales. Eso es lógico, pero los que quieren pescar en río revuelto están haciendo análisis  nacional  a partir de cifras municipales, no sé si eso es intencional por las pretensiones de disfrazar el discurso electoral de análisis, o si realmente confunden el padrón de San Salvador como municipio con el padrón de San Salvador como departamento y prolongan ese error al confundir la tendencia electoral de un municipio con la de todo un país. 

Nayib Bukele intentó compartir un análisis pero en realidad difundió un sofismo electoral. Es  falso que ARENA ganó las elecciones para alcalde de la ciudad de San Salvador  correspondientes al 2018 con al rededor de 10, 000 votos menos que el total de votos con que perdió en el año 2015. En la ciudad de San Salvador,  para el año 2018 ARENA obtuvo 82,730. y en el 2015 había logrado 82,288; la diferencia entre ambas cantidades refleja que a pesar del candidato, ARENA en marzo del 2018  obtuvo 442 más votos en comparación a las elecciones del 2015.  

Las cifras legislativas son diferentes, a nivel de elecciones para diputados. En la ciudad de San Salvador durante las elecciones del año 2015 ARENA obtuvo 85,138 votos, mientras que en el año 2018 el total de votos fue 72,854, esa diferencia es de 12, 284 y aquí sí hay disminución pero es  en las elecciones de diputados de San Salvador, no son cifras obtenidas de las dos últimas elecciones para alcalde.

Probablemente Bukele o alguno de sus asesores restó votos  capitalinos para diputados del 2018 a votos capitalinos  para alcaldes correspondiente al año 2015, de esa forma el resultado es -9434 y aunque es verdad que esa cantidad es próxima a -10 000, no se aproxima hasta donde mis conocimientos de matemática me permiten recordar.   

A nivel nacional el asunto también es diferente, para el año 2018, el número total de personas que votaron por ARENA fue 823 198, mientras que en el 2015  fue 885 374 Hay una reducción significativa(62,176) y aunque no es una reducción apocalíptica, es una reducción y debería ser muy preocupante para la primera fuerza política del país. ARENA se mantuvo arriba de los 800 000 votos como lo viene haciendo desde el 2009.

Distinto es el caso del FMLN, que en las elecciones  2015 obtuvo 847 289 votos y en las elecciones correspondientes al 2018 bajó hasta 475 265 votos.  El FMLN se mantuvo arriba de 800 000 votos entre el año 2009 y 2015, pero ese es otro tema aún más largo que se resume en que la debilidad partidaria el Frente la pudo ocultar incorporando lideres foráneos (Funes y Bukele) que en elecciones anteriores sumaron pero  ahora le están restando votos por caminos diferentes .

La caída del FMLN en elecciones para diputados entre 2015 y 2018 fue superior al 40% y la reducción de ese porcentaje representa el fracaso partidario más grandes en la historia electoral de la pos guerra salvadoreña, un fracaso que quizás sólo es  comparables a la caída de ARENA  cuando entre las elecciones de 1997 edujo  los votos obtenidos   en un 35% en comparación a 1994. Resulta curioso, pero para el panorama y aspiraciones que el Frente tenía por el año 2003, entonces  fue un verdadera victoria haber obtenido 475 130 votos en elecciones legislativas, claro, entonces el FMLN era una opción en asenso, no un partido en declive.

En el año 2003 el total de 475 130 votos fue victoria para el FMLN, en el 2018  obtienen 475 256 votos y eso representa una derrota. Pareciera que el voto duro del Frente anda al rededor de 400 mil y la confianza y votos conquistados entre 1994  y 2009 los terminaron perdiendo después de dos períodos presidenciales llenos de escándalos y de un alejamiento descarado y evidente de la clase trabajadora y media que les ha pasado factura no por la convocatoria de Bukele pues en el 2003 él no llamó a votar nulo y obtuvieron un resultado similar y sin embargo no fue entonces un resultado considerado como una derrota.
Entre las elecciones legislativas del 2015 y 2018, el número de votos nulos aumentó de 51 080  a 178 538. Aunque fuera válido  asumir que ese incremento en 127, 458 es gracias a Nayib Bukele,  sería imposible negar que el voto nulo ha ido en aumento de elección en elección.  Sin embargo, Bukele es muy astuto, y  lo que ha hecho es re orientar  hacia su movimiento una tendencia política que existía mucho antes de que él decidiera tomarla como su propia bandera. Hay que notar que ni  sumando el número de votos nulos nuevos a los votos del Frente permiten que éste reponga el capital electoral perdido entre los años  2015 y 2018. Así que Bukele no es un demonio al que se le puede atribuir la culpa de toda la tragedia electoral del Frente en la reducción de apoyo recibido por la izquierda parlamentaria.

Entre 2015 y 2018, las papeletas en blanco pasaron de 41 632 a 47 822., ambas cifras son más estables que las de ARENA Y EL FMLN, pero al igual que con el voto nulo, hubo aumento que por pequeño es mejor que cualquier reducción.

Es muy importante entender que aunque al abstenerse y anular el voto son fenómenos diferentes, ambos reflejan sobre todo desinterés. Es imposible intentar separar las cifras correspondientes al  abstencionismo pasivo u activo,  pero lo más cierto y evidente es que el abstencionismo  está dirigido al aparato electoral y político en general, mientras que el voto nulo  va con una dirección más clara hacia partidos o tendencias, pues se trata de personas interesadas en ejercer su participación política pero que a la vez no se sienten representadas en las opciones partidarias en contienda. 

A pesar de todo, los resultados del Frente no deben ser tomados con actitud  apocalíptica, más bien son resultados que de momento son funerarios  y han sido logrados con mucho trabajo duro y  en equipo por parte de los lideres, cúpula y tantos que ahora  son (incluso) más que imagen y semejanza de lo que decían combatir.  

De momento el abstencionismo en El Salvador va dirigido a toda la clase política, mientras que el voto nulo ha funcionado como un castigo directo que ha tenido más eco y resonancia entre el electorado de izquierda.