sábado, enero 10, 2009

Popurrí sobre algunas cosas pendientes

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Cada vez que Mauricio Funes ha hablado sobre la probabilidad de que las elecciones sean fraudulentas, se le ha acusado de poner en riesgo la afluencia y conservación de capital extranjero en el país. La acusación, de los riesgos que se corren cuando el candidato más popular cuestiona el proceso electoral salvadoreño, no es infundada; pues es incuestionable que los inversionistas buscan lugares favorables para generar ganancias al poner a trabajar su capital, ganancias que implican beneficios fiscales y en materia de empleo para los países que sí cuentan con las características que toda empresa requiere. Por eso, no está mal que en un campo pagado, Arturo Zablah haya dicho: Cuando Mauricio Funes sale hablando de fraude electoral, cada vez que se entera que las encuestas ya no le favorecen, se pierden empleos. Yo no sé si inmediatamente se pierden empleos; pero sé, que es cierto que se arriesgan muchas plazas existentes, como también se ponen en peligro muchas plazas que pudiesen existir. Pero, me parece bastante negativo que Zablah haya recurrido a estas palabras: me gustaría preguntarles, a mis amigos y colegas empresarios, ¿quién de ustedes pondría en manos de Mauricio Funes, o de Salvador Sánchez Cerén, la dirección de sus empresas? pues está ocupando su posición de empresario para desacreditar a quien lo aventaja en popularidad electoral, y durante el anuncio hace bien cuando argumenta sobre las razones por las que se siente más capaz para gobernar que la fórmula del FMLN, hace bien cuando argumenta -con base en sus antecedentes- por qué se considera con mejor perfil para tratar con la clase empresarial; pero esta pregunta dirigida más al electorado que a los empresarios me parecen tan dañina como que dijera: si no votan por mí, nosotros los empresarios nos enojamos, y entonces, se la van a ver de cuadritos, porque si las manos de los rojos se encargan de dirigir el país, nosotros vemos para donde nos vamos. Nada impide, que las palabras de Zablah se interpreten como una muestra de intolerancia que puede existir entre algunos empresarios si la decisión del electorado pone al FMLN a dirigir el país. Es de esperar, que no existan muchos empresarios dispuestos a irrespetar la decisión del electorado si no es la que ellos esperan; pero de igual forma, hay que esperar que si triunfa el FMLN, este instituto político no quiera apoyarse en los votos obtenidos para justificar acciones irracionales en contra de la empresa privada, aunque esto es algo que parece está lejos de suceder, debido a las relaciones que ahora sostiene el Frente- o al menos ha afirmado que sostienen- con algunos empresarios, que dicho sea de paso, son indecentes y nada sensatos según estas palabas también pronunciadas por el candidato a la vicepresidencia de ARENA: ningún inversionista sensato y serio, vendrá a invertir al país, atendiendo la invitación del candidato Funes, y Salvador Sánchez Cerén.

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No hay que olvidar que durante mucho tiempo se ha venido hablando de que las concesiones que pone a disposición el Estado son amañadas; pero también parece, que más que luchar por disolver los monopolios existentes, es posible que la izquierda electoral en realidad provoque un relevo hacia otras firmas, o quizás simplemente los redistribuya entre quienes les han financiado la campaña. Y sería muy dañino, que el Frente quiera emprender acciones encaminadas a atacar cuestiones que deben permanecer tal y cómo están con la excusa de luchar contra los monopolios.

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Independientemente de quien gane, es necesario que durante el próximo periodo, tengamos un gobierno que no tema castigar a aquellos sectores que para beneficiarse están dispuestos a afectar a la mayoría de la población; pero hasta ahora, no veo muestras reales de que esto pueda ocurrir. Espero equivocarme, pues tener la razón, significaría que ni la derecha ni la izquierda han aprendido a leer ni los errores de los afines, ni los errores de los contrincantes.

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No sería justo, dejar de señalar, que quienes consideran que Zablah está más capacitado para generar empleo por su éxito empresarial, están en una posición equivalente a la de los que consideran que Funes garantizará la libertad de expresión por su trayectoria como periodista. Ignoro qué tanto eco tengan las acusaciones que Funes hace contra el sistema electoral, pero no desconozco que entre la población salvadoreña existe mucha desconfianza hacia el proceso salvadoreño, pues existen referentes históricos que transmiten más inseguridad que credibilidad, y a estos puntos, se suman los cuestionamientos al marco jurídico que rige la única forma de participación democrática que se celebra en el país. Sentimiento de desconfianza que difícilmente podrá combatirse con propaganda, y que es alimentado por el carácter contemplativo del Tribunal Supremo Electoral hacia las actitudes, métodos y estrategias de los partidos políticos, que a paso de gigante han avanzando de una contienda que parecía desarrollarse en una democracia neófita, a una contienda que tiene como escenario una ¿democracia? salvaje , donde los militantes de los distintos partidos no están preparados para respetar la diversidad ideológica, y donde los candidatos no son capaces de mantenerse a la altura que debería caracterizar a una persona que aspira a ostentar un cargo público. Es cierto que no se puede condenar a un partido político por el comportamiento de uno o varios militantes, pero tampoco se puede permitir que por omisión, este tipo de instituto permita que entre sus filas se encuentren sujetos que abandonen el marco legal para emprender acciones alejadas de las que sí son permitidas. Creo que no que no estaría mal que a las personas involucradas en hechos de violencia electoral, se les castigara no permitiéndoles que ejercieran el voto-durante al menos una elección- al tratarse de acciones extremas, y que se les penara de forma equivalente al tratarse de casos de reincidencia.

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En lo que respecta a la inestabilidad, y a eso del clima nada favorable para la inversión y para el desarrollo democrático y para el desarrollo económico, el que se esté hablando de la existencia de estructuras armadas como que no contribuye mucho, pues ha sido una verdadera tristeza ver cómo se han utilizado este tema de una forma burda que parece estar siendo dirigida por un ministerio de propaganda, debido a que es notable que el manejo de este asunto ha carecido de la seriedad con la que debería abordarlo un ministerio de seguridad, pues se han visto acciones alejadas de ofrecer medidas para castigar y desarticular a estos grupos- si es que existen con los fines que se ha dicho-, y se ha utilizado el tema para llevar a cabo una ofensiva política que parece tener propósitos electorales. Ya es tiempo, que todas las partes involucradas en el proceso político de el salvador, se den cuenta que la lucha por mantener el poder puede dejar daños irreparables que no tienen justificación, pues con la labor de desacreditar de forma absurda -por no poder convencer-, más que dañar a sus rivales, dañan a la caricatura de democracia que se practica en el país.

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