Aunque las transferencias con bitcoins pueden funcionar como una alternativa innovadora más fácil y barata a las remesas tradicionales, en asuntos económicos no hay que prestarle atención solo a las bondades, es esencial evaluar el riesgo y algunas particularidades que se agregan si se opta por esta nueva alternativa.
Transferir bitcoines es algo muy fácil y rápido que se puede hacer desde cualquier parte del mundo incluso con un teléfono celular sencillo. Eso abre un panorama innovador que facilitará muchas cosas principalmente para los salvadoreños que residen en el exterior y cobran sueldo a través de depósitos directos, también será atractivo aunque no tan fácil para todos los que cobran a través de cheques, pero será algo complicado y quizás hasta inaccesible para quienes cobran “cash”. Lo bueno es que quien manda dinero puede elegir si le es más fácil “remesar con bitcoins” o de manera tradicional.
Para remesar con bitcoins, el dinero se debe “encriptar”, lo cual en el contexto de la mayoría de los miembros de la diáspora significa “pasar de dólares a bitcoines”; pero a eso hay que agregar el costo por “desencriptar”, lo cual es “pasar de bitcoins a dólares”. En USA, para encriptar $200, con una aplicación como CashApp, se paga una comisión(1.75%) de $3.50. En El Salvador, tengo entendido que una transacción de $20 genera un cargo de aproximadamente $ 1 si se hace en el cajero ubicado en playa El Zonte, y un cargo de $5 si se hace con el cajero en playa El Tunco. Si asumimos que $ 1 representa una tarifa fija que no aumenta de manera directamente roporcional a la cantidad como ocurre en USA, y si de paso asumimos que eso cuesta desencriptar bitcoines y retirar en dólares, en un escenario muy bondadoso, remesar $ 100 hacia El Zonte cuesta $2.75, remesar $200 cuesta $4.50, remesar $ 300 cuesta $6.25, remesar $400, cuesta $ 8.00 desde California, remesar $500 cuesta 9.75. Parece que el bitcóin es una buena alternativa competitiva, pues si de manera tradicional, alguien remesa entre $ 100 a $500 a través de Western Union, deberá pagar $8 según un simulador que tienen en la página web de esa compañía. En pocas palabras, y por simple inspección aritmética, parece que para remesas inferiores a los $ 400, el bitcoin ofrece una alternativa más barata que una remesa tradicional si alguien va a retirar al Zonte, porque si va a El Tunco, incluso con el esenario absurdamente bondadoso de que se cobra un costo fijo por transacción sin tomar en cuenta el capital, a cada una de las comisiones hay que agregarle $ 4 y entonces la remesa con bitcóin ya no es competitiva después de $ 200, pues se pagarían $8.5. Por cierto, la cantidad $200 la incluí porque ya para el año 2013 se reportaba que la remesa promedio hacia El Salvador andaba por los $195 y yo decidí aproximar así como también aproximé de $0.95 a $1 el costo por transacción en El Zonte, y a $5 el costo en El Tunco. Aunque es probable que en algunos casos remesar con bitcoin puede ser más barato, eso no puede ser generalizado ni siquiera al remesar hacia El Zonte a pesar de que existen condiciones y proyectos de laboratorio para promover el uso de esa criptomoneda.
El asunto de remesar con bitcoines va más allá de los costos por encriptar y desencriptar, el problema es que la cifra que se remesa es inestable. Aunque el valor del dinero(de eso no escapan ni los dólares) cambia prácticamente desde que salimos de nuestras casas hasta que llegamos a un cajero, con el bitcoin el asunto es más dramático, pues no solo puede cambiar el valor, sino también la cifra que el beneficiario espera recibir en dólares. Por ejemplo, si viernes por la mañana—después de pagar por encriptar—alguien remesa el equivalente a $ 500, es muy probable que viernes por la tarde el beneficiario de la remesa pueda retirar—sin incluir los costos por desencriptar y retirar— el equivalente a $499.95, $498.1, ó $ 500.05, ó $ 501.90. Esas variaciones, por la naturaleza del bitcóin, son imposibles de controlar, y aunque las variaciones se pueden más o menos predecir, acertarle a la tendencia de ganancia o pérdida es difícil incluso para alguien familiarizado con gráficas exponenciales, logarítmicas, puntos de inflexión y otras cosas que son útiles—pero no definitivas—para entender hacia dónde van las tendencias económicas que pueden impactar con más fuerza a algo tan débil como el bitcoin.
Es cierto que al remesar de manera tradicional se corre el riesgo de que la cantidad remesada puede alcanzar para pagar menos o más cosas que lo presupuestado porque los precios siempre varían en el mercado; sin embargo, la cifra es estable. En pocas palabras, si al beneficiario le remesan $500, $500 recibirá aunque esos $500 no le alcancen para lo mismo que $500 le alcanzaban el mes anterior; sin embargo con el bitcoin, al tema del valor del dinero hay que sumarle el riesgo derivado de que la cifra equivalente en dólares también varía de manera muy dramática en lapsos muy pequeños de tiempo. Literalmente el valor del bitcoin—y su cifra equivalente en dólares—varía de manera significativa desde que alguien es el último en una fila hasta que ya finalmente está frente al cajero. Es decir que cuando alguien es el último en la fila a lo mejor piensa que tiene el equivalente a $500, pero ya al estar frente al cajero puede tener más o menos como en los ejemplos hipotéticos del párrafo anterior. Y esa variación puede ser en centavos en un día regular, pero también pueden ser de hasta más de 5 dólares en un día con una caída como la que provocó Elon Musk al anunciar que Tesla no aceptará bitcoins. El riesgo será proporcional al capital encriptado.
Aunque las transferencias con bitcoines son innovadoras, no son fáciles para todos. Aunque si pueden ser baratas, eso únicamente aplica para rangos por debajo de la remesa promedio y en condiciones especiales. Esos pequeños detalles sin mencionar el conflicto de la cobertura, pues de momento solo hay dos cajeros en El Salvador, y aunque pusieran un cajero por cuadra, alguien tiene que pagar los costos porque los cajeros funcionan con electricidad y no por fotosíntesis. Eso sin mencionar que el bitcoin es insostenible porque genera demasiado gasto energético, eso sin mencionar la inestabilidad del bitcoin vista con los ojos del premio nobel Robert J. Shiller, quien predijo el estallido de la burbuja de los bienes raíces en USA y opina que esta moneda lleva el mismo rumbo.
No sé cuales son las condiciones bajo las que el gobierno salvadoreño negoció la creación o tropicalización de la app que funcionará en nuestro territorio; pero para evitar sorpresas, antes de elegir transferencias con bitcoins, las personas involucradas en remesas también deberían informarse con fuentes que no sean únicamente los discursos de funcionarios y criptoevangelísticas porque hay cosas esenciales sobre las que éstos dicen poco o nada. A la hora de tomar decisiones financieras hay ver con el cerebro, no sólo con los ojos y casi nunca con el corazón. En asuntos económicos es más importante considerar las letras pequeñas que los encabezados publicitarios, porque cuando hay dinero, hay que ver con el cerebro, porque cuando se trata de negocios, hay que entender que muchos riesgos o beneficios esenciales no se ven de manera tan fácil porque “lo esencial es invisible a los ojos”. Lo bueno es que remesar con bitcóin se trata únicamente de una opción, una opción que a partir de mi propio conocimiento no recomiendo al menos que alguien tenga dólares bajo amenaza de ser congelados y necesite hacer un par de maniobras para limpiar lo más que se pueda, es algo que no recomiendo al menos que alguien necesite borrar registros de actividad financiera para “Que no quede huella que no y que no. Que no quede huella”.