Daniel Tragerman
de cuatro años nunca cumplirá un solo
año más; fue asesinado durante un ataque de Hamas contra Israel. Me duele su
muerte como me duele la muerte de los niños a los que no les sé ni la edad ni
el nombre. Me duele su muerte porque alguna vez tuve cuatro años. Me duele su
muerte porque quiero y amo a gente que alguna vez tuvo cuatro años. Me duele su
muerte porque amo a gente que todavía no llega a los cuatro años.
Para las estadísticas es el primer niño que muere del lado de Israel
durante esta ofensiva; sin embargo, eso no es importante. Importante sería que
fuera el último niño que muere pero a
ambos lados.
Daniel Tragerman podría
haber tenido cuarenta años y su muerte igual me seguiría doliendo. Este niño podría haber sido una de las víctimas del comunismo que
murieron durante el Holodomor e igual me dolería porque no se trata de nacionalidad,
ni de momento histórico y menos de la religión
o ideología; se trata de la muerte de un inocente que fue arrastrado por situaciones construidas muy
lejos de su voluntad e inocencia. Se trata de la muerte de un pequeño que no
volverá a ocuparse de algo tan simple como andar en bicicleta porque durante un bombardeo le cerraron los ojos y
le borraron la sonrisa de forma definitiva.
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Me duele no sólo la muerte de este pequeño, también me duele que no faltan
los que toman su deceso como un
estandarte y argumento para sembrar más muerte y seguir repitiendo la historia de Daniel Tragerman en el lado palestino. La
muerte de este niño me duele no porque él tenga el nombre de mi hermano menor. La muerte de Daniel Tragerman me duele porque
alguna vez tuve cuatro años y sé que después de esa edad hay muchas lágrimas y
sonrisas que valen la pena.
Veo fotos de Daniel Tragerman y en serio que no me parece un objetivo militar; sólo era un pequeño con una sonrisota y con ganas de vivir setenta veces siete como seguramente lo han querido cada uno de los setenta veces siete niños que han caído en tantas guerras.
Veo fotos de Daniel Tragerman y en serio que no me parece un objetivo militar; sólo era un pequeño con una sonrisota y con ganas de vivir setenta veces siete como seguramente lo han querido cada uno de los setenta veces siete niños que han caído en tantas guerras.
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Si la muerte de Daniel Tragerman me duele por un par de noticias y un par de fotos no quiero ni siquiera imaginarme el dolor que sienten sus familiares y todos los que convivieron con él. La madre de este pequeño dedeclaró al periódico Times of Israel: "Queríamos verlo crecer". Esas palabras me conmueven y multiplican el dolor, porque estoy seguro que a los más de cuatrocientos niños que han muerto del lado palestino también había alguien que los quería ver crecer.
Si la muerte de Daniel Tragerman me duele por un par de noticias y un par de fotos no quiero ni siquiera imaginarme el dolor que sienten sus familiares y todos los que convivieron con él. La madre de este pequeño dedeclaró al periódico Times of Israel: "Queríamos verlo crecer". Esas palabras me conmueven y multiplican el dolor, porque estoy seguro que a los más de cuatrocientos niños que han muerto del lado palestino también había alguien que los quería ver crecer.
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