Que tus
adversarios te confronten por todos los medios es lo más natural. A Francisco
Flores lo atacaron desde todas las trincheras posibles y lo siguen atacando aún después del final que
conocemos. Aunque la justicia no alcanzó a condenarlo, el FMLN y ARENA sí le
dictaron sentencia. Por su parte, la izquierda electoral lo hizo, entre otras
razones, porque aquel eslogan de los 20
años de ARENA ya necesitaba ser renovado. Es tradición entre los políticos,
que durante campaña se proclaman a sí mismos como superhéroes capaces de
resolver los problemas de la agenda nacional,
pero esos problemas luego les quedan grandes y los solucionan sólo en
discursos y propaganda. Flores formó parte
de la agenda mediática del Gobierno de Mauricio Funes y del de Sánchez Cerén.
No entiendo a exactitud en cuales puntos el proceso en su contra fue
entorpecido por maniobras de la defensa
y en cuales puntos fue entorpecido por los adversarios del ex presidente.
Lo más claro, es que Francisco Flores
Pérez pasó de ser sujeto a ser un escenario de batalla entre grupos de poder.
Entre sus adversarios, un juicio largo era más conveniente que la condena. Entre
sus antiguos aliados, sucesores y entre los llamados destinatarios, la condena era más conveniente que un proceso largo que pudiera ensuciarlos todavía más. Obviamente, se buscaba condenarlo con cargos muy light en comparación a los que enfrentaba.
El Jorge Velado
que en algún momento declaró “La nueva ARENA no puede ni debe aceptar pecados ajenos. Quien tiene que
responder por eso es Francisco Flores y la antigua dirigencia" es muy distinto al Jorge
Velado que ahora intenta hacer de Flores un mártir. Desde ARENA, todos
coinciden en asegurar que la izquierda condenó a Flores sin juicio; la verdad es que tienen razón al afirmarlo pero también ellos
asumieron que Flores era un condenado, un criminal al que era muy peligroso
estar vinculado. Idealmente, uno espera el ataque del enemigo; pero cuando el
puñal viene de los compañeros duele aún más por el valor agregado que a
cualquier golpe le da la traición. En este caso, el abandono fue traición porque
Flores cargó de forma personal con las consecuencias de las maniobras de un
instituto político; según interpreto, fue compañero y amigo para muchos que
únicamente fueron sus aliados cuando él era el político más importante de El
Salvador.
Francisco Flores llegó a ser presidente pero no de forma aleatoria. Su formación
evidencia que se preparó para tener una carrera política acorde a sus
aspiraciones y deseos de poder. Eso debió provocar que dentro de la mente del ex presidente, no
existiera espacio para asimilar que se le podía someter a un proceso jurídico,
pues pasó de dar la mano al hombre más poderoso del mundo a llevar entre sus
manos un par de esposas; pasó de ser recibido con honores en La Casa Blanca a
habitar una pequeña celda. Pasó de ser un presidente honorario de ARENA a ser
acusado de traición por Roberto
Ávila, Eduardo Larrave y Gloria Salguero Gross, quienes solicitaron al COENA que
expulsara a Flores porque como lo señaló la ex diputada “ la percepción que ha habido de parte del señor Francisco Flores ha
hecho mucho daño y por lo tanto él debió haberse retirado a tiempo. Por otra
parte también, sus propias declaraciones son las que nos han obligado a tomar
esta decisión donde él mismo prácticamente acepta las cosas irregulares y no
estamos de acuerdo con eso”.
Es posible identificar varios momentos en las relaciones Francisco Flores-ARENA a partir de las acusaciones
hechas por Mauricio Funes. Antes de las elecciones de marzo de 2014; la
derecha, a diferencia de la opinión pública, no le dio la importancia debida al
tema. Todo se quiso orientar como que sólo
se trataba de campaña sucia. Cuando las elecciones dieron como resultado otro
fracaso en las urnas, ARENA intentó desvincularse y atribuir la cuota más grande
de la derrota de Norman Quijano a Flores que era su asesor. Después las relaciones Flores-ARENA se apaciguaron
pues pareciera que el COENA determinó que
no era conveniente confrontar a alguien que con un par de declaraciones más podía
provocar el hundimiento total de ARENA. Seguro y negociaron algún tipo de respaldo
jurídico o qué sé yo. Lo evidente, es que ARENA pasó de confrontar a Flores a dejarlo
entre las sombras.
Flores asumió las acusaciones con una responsabilidad
que lo mantuvieron entre la convicción y
el cinismo. Lo de la convicción es admirable, porque a diferencia de sus
aliados, él asumió -hasta el último momento- las consecuencias de aquellas decisiones partidarias
que se llevaron a cabo durante una guerra electoral. Lo del cinismo no es propio
de Flores, sino más bien es propio de la clase política. Los políticos, y
particularmente los presidentes, se sienten con derecho de actuar más allá del
bien y del mal. Sienten que todo lo hecho por su propia voluntad es justo,
mientras que todo lo que va en contra ésta no lo es. Por cinismo y no por
inocencia, es que se puede observar algún grado de serenidad en los políticos
que son llevados a juicio. La historia nos muestra que ese cinismo será heroico
para sus simpatizantes e irritante para sus detractores.
Muchos de los que abandonaron a Flores y ahora
se quieren pintar como dolientes, se sienten y saben culpables pero no logran
asumir su responsabilidad en las decisiones que a Flores lo arrastraron a un
proceso jurídico, y sin duda, nunca asumirán su responsabilidad en ese acto de haberlo usado como escudo. No se necesita ser seguidor o familiar de Flores
para entender que él fue el escudo en el que muchos se protegieron de las
ataques del Frente, del ataque de los disidentes y de los requerimientos de la
Justicia. No se necesita militar en un partido político para entender que las decisiones
no las toma un solo individuo.
Da la impresión que entre la complicidad y la
traición, Flores se decidió por la complicidad y que ésta le aceleró el camino
a la muerte. Eso fue de más honor que
traicionar a sus compañeros; sin embargo, también hay una forma muy triste- y de poco honor-de ver este
proceso, pues se puede interpretar que Flores traicionó a la patria al recibir
fondos como Ejecutivo para fines partidarios. Él fue elegido para gobernar El
Salvador y sobrepuso los intereses
partidarios a los nacionales. Claro, él nunca asumió eso como traición; desde sus principios y formación ideológica, seguramente hizo lo
que hizo para defender las libertades y proteger a la patria de otro gobierno del
FMLN o sencillamente para recuperar el Poder.
La muerte de Flores ha generado muchas
reacciones, teorías conspiracioncitas y mucho más. Desde mi perspectiva, nuestra
historia política de la post guerra se ha dividido en antes y después de la
muerte de Flores porque se ha agudizado aún más la batalla institucional entre los
círculos de Poder. Los mismos que ya pelearon con balas, ya pelearon con votos
ahora están librando una ofensiva muy fuerte a través de las instituciones públicas,
a través de las leyes. Hay una transición de escenarios que tiene un referente muy pero muy cercano en el tiempo: No es casualidad que buena parte del caudal electoral de ARENA fue heredado del PCN y el del FMLN del PDC. No hay que negar que la actual lucha institucional puede interpretarse como evolución
democrática; pero de no ser bien manejado este proceso, sólo será un
camino a otro caos: una transición muy
triste hacia nuevos partidos con viejas
ideas.
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