martes, febrero 02, 2016

Divagaciones sobre la pasión y muerte de Francisco Flores



Que tus adversarios te confronten por todos los medios es lo más natural. A Francisco Flores lo atacaron desde todas las trincheras posibles y  lo siguen atacando aún después del final que conocemos. Aunque la justicia no alcanzó a condenarlo, el FMLN y ARENA sí le dictaron sentencia. Por su parte, la izquierda electoral lo hizo, entre otras razones, porque aquel eslogan de los 20 años de ARENA ya necesitaba ser renovado. Es tradición entre los políticos, que durante campaña se proclaman a sí mismos como superhéroes capaces de resolver los problemas de la agenda nacional,  pero esos problemas luego les quedan grandes y los solucionan sólo en discursos y propaganda.  Flores formó parte de la agenda mediática del Gobierno de Mauricio Funes y del de Sánchez Cerén. No entiendo a exactitud en cuales puntos el proceso en su contra fue entorpecido por maniobras de la defensa  y en cuales puntos fue entorpecido por los adversarios del ex presidente. Lo más claro, es que  Francisco Flores Pérez pasó de ser sujeto a ser un escenario de batalla entre grupos de poder. Entre sus adversarios, un juicio largo era más conveniente que la condena. Entre sus antiguos aliados, sucesores y entre los llamados destinatarios, la condena era más conveniente que un proceso largo que pudiera ensuciarlos todavía más. Obviamente, se buscaba condenarlo con cargos muy light en comparación a  los que enfrentaba.

El Jorge Velado que en algún momento declaró “La nueva ARENA no puede ni debe aceptar pecados ajenos. Quien tiene que responder por eso es Francisco Flores y la antigua dirigencia" es muy distinto al Jorge Velado que ahora intenta hacer de Flores un mártir. Desde ARENA, todos coinciden en asegurar que la izquierda condenó a Flores sin juicio; la verdad  es que tienen razón al afirmarlo pero también ellos asumieron que Flores era un condenado, un criminal al que era muy peligroso estar vinculado. Idealmente, uno espera el ataque del enemigo; pero cuando el puñal viene de los compañeros duele aún más por el valor agregado que a cualquier golpe le da la traición. En este caso, el abandono fue traición porque Flores cargó de forma personal con las consecuencias de las maniobras de un instituto político; según interpreto, fue compañero y amigo para muchos que únicamente fueron sus aliados cuando él era el político más importante de El Salvador. 

Francisco Flores llegó a ser presidente  pero no de forma aleatoria. Su formación evidencia que se preparó para tener una carrera política acorde a sus aspiraciones y deseos de poder. Eso debió provocar que  dentro de la mente del ex presidente, no existiera espacio para asimilar que se le podía someter a un proceso jurídico, pues pasó de dar la mano al hombre más poderoso del mundo a llevar entre sus manos un par de esposas; pasó de ser recibido con honores en La Casa Blanca a habitar una pequeña celda. Pasó de ser un presidente honorario de ARENA a ser acusado de traición por Roberto Ávila, Eduardo Larrave y Gloria Salguero Gross, quienes solicitaron al COENA que expulsara a Flores porque como lo señaló la ex diputada “ la percepción que ha habido de parte del señor Francisco Flores ha hecho mucho daño y por lo tanto él debió haberse retirado a tiempo. Por otra parte también, sus propias declaraciones son las que nos han obligado a tomar esta decisión donde él mismo prácticamente acepta las cosas irregulares y no estamos de acuerdo con eso”.

Es posible identificar varios momentos en las relaciones  Francisco Flores-ARENA a partir de las acusaciones hechas por Mauricio Funes. Antes de las elecciones de marzo de 2014; la derecha, a diferencia de la opinión pública, no le dio la importancia debida al tema. Todo  se quiso orientar como que sólo se trataba de campaña sucia. Cuando las elecciones dieron como resultado otro fracaso en las urnas, ARENA intentó  desvincularse y atribuir la cuota más grande de la derrota de Norman Quijano a Flores que era su asesor.  Después las relaciones Flores-ARENA se apaciguaron pues pareciera que el COENA determinó  que no era conveniente confrontar a alguien que con un par de declaraciones más podía provocar el hundimiento total de ARENA. Seguro y negociaron algún tipo de respaldo jurídico o qué sé yo. Lo evidente, es que ARENA pasó de confrontar a Flores a dejarlo entre las sombras. 

Flores asumió las acusaciones con una responsabilidad que lo mantuvieron entre la  convicción y el cinismo. Lo de la convicción es admirable, porque a diferencia de sus aliados, él asumió -hasta el último momento-  las consecuencias de aquellas decisiones partidarias que se llevaron a cabo durante una guerra electoral. Lo del cinismo no es propio de Flores, sino más bien es propio de la clase política. Los políticos, y particularmente los presidentes, se sienten con derecho de actuar más allá del bien y del mal. Sienten que todo lo hecho por su propia voluntad es justo, mientras que todo lo que va en contra ésta no lo es. Por cinismo y no por inocencia, es que se puede observar algún grado de serenidad en los políticos que son llevados a juicio. La historia nos muestra que ese cinismo será heroico para sus simpatizantes e irritante para sus detractores. 

Muchos de los que abandonaron a Flores y ahora se quieren pintar como dolientes, se sienten y saben culpables pero no logran asumir su responsabilidad en las decisiones que a Flores lo arrastraron a un proceso jurídico, y sin duda, nunca asumirán su responsabilidad en ese acto de haberlo usado como escudo. No se necesita ser seguidor o familiar de Flores para entender que él fue el escudo en el que muchos se protegieron de las ataques del Frente, del ataque de los disidentes y de los requerimientos de la Justicia. No se necesita militar en un partido político para entender que las decisiones no las toma un solo individuo.

Da la impresión que entre la complicidad y la traición, Flores se decidió por la complicidad y que ésta le aceleró el camino a la muerte.  Eso fue de más honor que traicionar a sus compañeros; sin embargo,  también hay una forma  muy triste- y de poco honor-de ver este proceso, pues se puede interpretar que Flores traicionó a la patria al recibir fondos como Ejecutivo para fines partidarios. Él fue elegido para gobernar El Salvador y  sobrepuso los intereses partidarios a los nacionales. Claro, él nunca asumió  eso como traición; desde sus principios  y formación ideológica, seguramente hizo lo que hizo  para defender las libertades y  proteger a la patria de otro gobierno del FMLN o sencillamente para recuperar el Poder.

La muerte de Flores ha generado muchas reacciones, teorías conspiracioncitas y mucho más. Desde mi perspectiva, nuestra historia política de la post guerra se ha dividido en antes y después de la muerte de Flores porque se ha agudizado aún más la batalla institucional entre los círculos de Poder. Los mismos que ya pelearon con balas, ya pelearon con votos ahora están librando una ofensiva muy fuerte a través de las instituciones públicas, a través de las leyes. Hay una transición de escenarios que tiene un referente muy pero muy  cercano en el tiempo: No es casualidad que buena parte del caudal electoral de ARENA fue heredado del PCN y el del FMLN del PDC. No hay que negar que la actual lucha institucional  puede interpretarse como evolución democrática; pero de no ser bien manejado este proceso, sólo será un camino  a otro caos: una transición muy triste  hacia nuevos partidos con viejas ideas. 

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