La Ley de Amnistía General para La Consolidación de
la Paz es un pacto entre criminales. Al aprobarla la Asamblea Legislativa, negó
los derechos de las víctimas para garantizarle privilegios a los agresores.
Funcionarios y políticos han manifestado que la
Institucionalidad del país está en peligro porque se declaró inconstitucional
esa ley. Parece que se han tomado muy en
serio aquello de “El Estado soy yo” porque la Ley de Amnistía no fue aprobada
para salvaguardar instituciones, fue aprobada para proteger a personas que cometieron
crímenes durante el Conflicto
Armado. No está en peligro la
Institucionalidad, están en peligro personas vinculadas a las instituciones. Y
el peligro al que quedan expuestos -sin la gracia que les otorgó esta ley- se
llama justicia.
-
Durante la guerra civil, cada parte en conflicto
hizo de todo para derrotar a su antítesis; luego de la Firma de los Acuerdos de
Paz, ambas partes pactaron contra la justicia merecida por las víctimas y
sobrevivientes, a pesar que también era sugerida
por los organismos internacionales. Los
que antes fueron enemigos hicieron una tregua al aprobar la Ley de Amnistía, todo para no pagar por lo cometido en nombre de la
patria o del pueblo. Tanto a la izquierda
como a la derecha la derogación de esta
ley genera malestar; cada bando está consciente
de lo que adeuda.
Con la misma insistencia de que la institucionalidad
está en peligro, se ha dicho que se debe evitar que se abran heridas del pasado;
eso no es un argumento, ni una metáfora pacifista,
eso sólo es un eufemismo que están usando
para ocultar el temor que algunos sienten por la probabilidad de que se
abran procesos en los tribunales- porque tanto a la izquierda como a la derecha- se le teme a la verdad, porque no hay
madurez para pedir perdón, porque no se quiere hacer honor a los derechos de víctimas y familiares.
La Ley de Amnistía ha dañado la institucionalidad
desde 1993, porque permitió que asumieran la dirección de la patria personas que
atentaron contra la humanidad. Al ser derogada esta ley, se abre el camino para
depurar las instituciones y sanar esas heridas que no han parado de sangrar. No
podemos ser gobernados por personas que para estar en libertad, deben ser
beneficiarios de privilegios que los libran de sus propias responsabilidades.
El país no se fortalecerá si a partir de la resolución de la Sala de lo
Constitucional, se pacta otra tregua entre los de cuello blanco que tienen las
manos manchadas. Es urgente, es necesario, es tiempo de pasar de la locura a la
esperanza y de la esperanza a la justicia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario