Nayib Bukele llegó a la política buscando clientes. Su primer acercamiento formal al FMLN fue en 1999 para manejar la cuenta publicitaria del entonces partido de oposición. Si logró que le confiaran la responsabilidad de esa cuenta fue más por influencias que por mérito propio, su padre aprovechó su cercanía con los líderes del partido de izquierda para que confiaran en Nayib. Sin duda, manejando esa cuenta fue todo un éxito y por la calidad del trabajo publicitario que realizó, fue sumando resultados que lo han venido llevando cada vez más lejos. El excelente trabajo publicitario de Nayib es una cualidad familiar pues OBERMET S. A. de C. V. está vinculada a la familia Bukele ya suma más de $32,442,283.85 en contratos adjudicados por el gobierno entre 2009 y 2016. De esa empresa Nayib fue presidente más de una década. Tan bién la administró que ha sido capaz de generarle ganancias aun cuando yo no está al frente de la misma.
Hay que prestar atención a esas cifras. No creo que
sea casualidad, pero los primeros indicios de corrupción de Mauricio Funes
aparecieron por el año 2009 cuando salieron a la luz unos contratos otorgados a Polistepeque. Por
aquella época los seguidores del Frente y Funes al unísono decían que todo era un
plan orquestado por la derecha cada vez que se hacía público cualquier
escándalo. Me preocupa que de nuevo se está repitiendo-y con creces- la misma
situación. Nuestra
historia cuenta con una lista muy larga de funcionarios y familiares de
funcionarios que se han lucrado del Estado. Esa es una tradición que deber ser
erradicada y no maquillada entre las Nuevas Ideas.
La
popularidad de Bukele es gracias a que ha sabido manejarse y posicionarse como
un producto, esto es muy útil ante un padrón donde las personas se comportan
como compradores que van al mercado y no como ciudadanos que deciden el futuro
de un país. Ese fenómeno no es propio de
nuestro país, es tendencia mundial. Un político nocivo para la sociedad ganará cualquier contienda
electoral si se posiciona como un buen producto porque los
electores responden a estímulos publicitarios debido a que en nuestra época
estamos más habituados a consumir que a elegir.
La publicidad y la propaganda se definen de manera distintas, una
promueve productos y las otra ideas pero nadie niega que pueden trabajar por un
mismo fin.
Desde que
Bukele era candidato a la alcaldía de Nuevo Cuscatlán combinó bien la
publicidad y propaganda, sus comerciales quizás eran los mejor elaborados y
tuvo una cobertura como que compitiera a nivel nacional porque desde entonces
comenzó a repetir la idea que era alguien diferente. Tomó notoriedad porque
nunca antes se invirtió tanto en publicidad para competir por Nuevo Cuscatlán
como lo hicieron con él, pero claro, su objetivo era ganar la alcaldía, pero ya
en aquel momento, su fin era posicionarse a nivel nacional frente a los que más
tarde podrían ser sus consumidores, clientes o electores.
Bukele ha
demostrado que es un publicista de trabajo respetable y un político de ideas
llenas de pasado. Él es parte de esa larga tradición de mercaderes que
saben utilizar el cargo, estructura y presupuesto público para fines
personales. Para potenciar la imagen que le permitió ganar las elecciones
municipales de San Salvador endeudó previamente a Nuevo Cuscatlán. No es
difícil darse cuenta que la gestión en ese pequeño pueblo tuvo resultados
positivos para Bukele a pesar que la alcaldía quedó con saldo en rojo. En esto
de obtener beneficios personales a través de las comunicaciones oficiales, Bukele todavía se queda
pequeño a la par de Tony Saca, pero claro, la práctica supera
al maestro y con Bukele rodeado por hombres de confianza y mercenarios que
antes sirvieron a Saca, no hay duda y no sorprende que quienes promueven desde arriba las
"Nuevas Ideas" tienen fe
que "Lo mejor está por venir" de nuevo.
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