sábado, septiembre 11, 2010

Quiero y espero equivocarme
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Ya hay ley para criminalizar a las maras, y al firmarla, Funes ha vuelto a subrayar que también en el sistema judicial le apuesta a la continuidad, cuando lo que lo llevó al poder fue la esperanza de que las cosas serían diferentes. Lo terrible no es la continuidad sólo por ser continuidad; sino hacia dónde nos conduce.

Para la imagen del Ejecutivo y de la clase política en general, aprobar esa ley fue acertado; y para el problema de seguridad-quiero equivocarme- es una decisión malísima. Claro, las encuestas en pro de las que gobierna Funes no se detienen, y algo debe hacer para obtener resultados como Lula, como Saca. Sin duda, la ley que criminaliza a las maras es un acierto para los indicadores de aprobación, y no para las variables que representan hechos delictivos.

Las maras no le hacen la competencia a las damas de la caridad; eso es algo muy claro que a uno que a otro cura evangélico o católico se le escapa, y no es saludable hacer apología de esas agrupaciones; pero para quienes la hacen, por vocación, o por lo que sea, esa ley reaccionaria puede ser una excelente herramienta para disminuir o anular la condenada de muchos criminales. No faltarán argumentos para tildarla de anti derechos humanos, de inconstitucional o de qué sé yo. Estoy seguro que no soy el único que sospecha que tal y cómo sucedió con la mano dura, mano dura reload y todo eso, lo que se aprobó contiene medidas regulares y- quizás hasta -buenas para operativos policiacos, y muchos pero muchos y muchos obstáculos serios para procesos jurídicos.

Para asesinar, violar, extorsionar y muchos infinitivos más, no es necesario ser miembro de una mara, y porque alguien cometa cualquiera de esos u otros delitos, no se convierte en miembro de una pandilla; por lo tanto, la ley especial no funciona para buena parte de los delincuentes, y como las herramientas que ya estaban no se usan del todo bien, se sigue en lo mismo, y lo mismo es inseguridad, y la inseguridad etc... Está claro que no tendremos seguridad con silogismos-tan vulgares- como el anterior, y mucho menos con sofisma-como los que acompañan a esa ley- por más esperanza, risa, popularidad o descontento que estos pueden provocar. Y entonces, ¿cómo le hacemos con los que también cometen delitos sin pertenecer a maras?

Al sancionar, Funes hizo lo que la derecha nunca tuvo valor de hacer: reconocer con una ley que el sistema de justicia no funciona; pues el gran mensaje tácito es que no existe la capacidad de condenar a un ciudadano por los crímenes que comete, y es necesario- si se pretende justicia- que se recurra a la persecución, tomando como premisa la pertenencia a un grupo que tenga las características que seguramente contempla la célebre ley.