Entre las
tribus de Israel, a los que pertenecen
a la de Leví, se les conoce como levitas
y fueron los encargados de ejercer la labor del sacerdocio. Los que ejercen las
funciones de sacerdote en la versión actual de cristianismo, exigen el diezmo a su
congregación de manera similar a la que los sacerdotes judíos lo pedían a su
pueblo, incluso en algunas mega congregaciones esa décima parte se exige con más disciplina
que en el contexto mosaico. Entre esos comerciantes de fe que preparan a sus
ovejas para la abundancia material, seguramente habría sido casi imposible ejercer
el sacerdocio al estilo de los levitas, quienes cuando fue repartida la tierra
prometida no recibieron ninguna porción de la herencia. Es común que desde el
pulpito, muchos líderes de congregaciones de diferentes denominaciones presuman
sus propiedades, autos y más lujos. Los sacerdotes de la tribu de Leví según el
relato bíblico tuvieron a Dios como única y suficiente herencia . Los sacerdotes modernos presumen
ser herederos de aviones.
viernes, diciembre 30, 2016
viernes, octubre 14, 2016
Mauricio Funes: Tragedia retórica en cuatro actos
Carlos Mauricio
Funes Cartagena tiene una facilidad de palabra que le ha permitido ganar desde la
confianza hasta la sospecha, esa
capacidad incluso lo ha hecho condenarse
a sí mismo.
Consagración del heroísmo
En la
etapa de entrevistador, Carlos Mauricio Funes
fue muy desafiante y se caracterizó por una retórica fiscalizadora. En esa etapa se ganó un lugar muy importante en el periodismo nacional. No
parecía nada complaciente con sus invitados y eso generaba simpatía entre los telespectadores.
Mauricio Funes interrumpía la agenda de autopromoción tan propia de las figuras
públicas, con él, ese discurso clásico de mitin político o de predica
mesiánica ya no tenían lugar. A diferencia de otros programas de formato
similar, en el que estaba bajo la conducción de Funes, al entrevistado
le tocaba conversar.
Algo muy atractivo e innovador para esa época en que al demagogo se promovía así mismo como panacea ante la cual había que dudar en silencio, gritar una consigan o simplemente decir amén.
El nacimiento del Rey
En la
etapa de candidato a la presidencia, la facilidad de palabra siguió a favor de
Funes. El candidato era un mártir aspirando nuevamente a ser un héroe; se
rumoraba que había sido censurado y que se le había despojado de su empleo por
enfrentarse a los poderosos y corruptos. Durante la campaña se perfiló como un guerrero que antes luchó contra la injusticia con palabras y que ya estaba
preparado para combatiría con decretos, reformas y cambios que sólo serían posibles
si lograba obtener la mayoría de votos. Ganó y entonces se le volcó la
facilidad de palabra.
Saber hablar
es una cualidad que no puede faltar en un funcionario. Esta cualidad se volvió
un defecto en Funes porque la experiencia adquirida como entrevistador no la
usó a favor. En la etapa que su trabajo era formular preguntas, su imagen
creció en la medida que lograba poner entre la espada y la pared a sus
invitados. Ya desde el Poder Ejecutivo, él se puso entre la espada y la pared
porque siguió preguntado.
Ante las preguntas, Funes reaccionaba con una retórica que
ya no funcionaba por una razón muy sencilla: ya no era un entrevistador o un
candidato. Ya entonces era un funcionario público y a estos los ciudadanos les pagamos por responder y están obligados a rendir cuentas claras les guste o no les guste.
Cuando un funcionario habla sin transparencia
queda mal por más adornos o distractores que use. Funes, a nivel retórico y administrativo, cometió muchos de los
errores comunes a los invitados que antes entrevistó. Antes se fortaleció pidiendo explicaciones,
en la etapa de presidente se debilitó evadiendo su responsabilidad de dar
explicaciones. Sus cualidades retóricas sirvieron para que se dibujara a sí
mismo como un funcionario prepotente. La espada con la que antes venció se le
volvió habito tomarla por el filo. Se volvió un experto en dar excusas cuando debía
rendir cuentas.
Funes
resultaba muy heroico cuando interrumpía a un demagogo con una pregunta, pero
ya luego se volvió un demagogo que interrumpía para que no le preguntaran. Se volvió
otro funcionario de esos que son “servidores de pasado en copa nueva”, se
volvió otro maquillador de palabras como los que envestía en La Entrevista al Día.
El Ocaso del ídolo
La
imagen de Funes se va reduciendo cada vez más. Ahora que ya no tiene el poder que antes le otorgó
la Constitución, sólo parece un cínico que no sabe callar. Funes se contradice
a cada momento y aparte de eso también ha intentado justificar prácticas que en
otros él mismo criticó. Lo que antes lo fortaleció en el escenario,
es lo que ahora lo debilita por el cambio de papeles que él mismo eligió. No sorprende
que muchos de aquellos que fueron sus contendientes ahora sean sus cómplices o
socios.
La Funemorfosis
En Cien
Años de Soledad, Aureliano Buen Día pasa
de luchar contra el poder a ejercerlo. Antes
de que por su orden fusilaran a José Raquel Moncada, este le dice a Aureliano:
“Lo que me preocupa es que de tanto
odiar a los militares, de tanto combatirlos, de tanto pensar en ellos, has
terminado por ser igual a ellos”. Con
el respeto que me merece alguien tan fascinante como el coronel, sostengo que lo que
más me preocupa es que de tanto odiar a los corruptos, de tanto combatirlos, de
tanto pesar en ellos, Funes ha terminado por ser igual a ellos, le(s) guste o no
le(s) guste.
sábado, julio 16, 2016
Si me dieran a elegir entre la amnistía y la amnesia sin duda elijo la justicia
La Ley de Amnistía General para La Consolidación de
la Paz es un pacto entre criminales. Al aprobarla la Asamblea Legislativa, negó
los derechos de las víctimas para garantizarle privilegios a los agresores.
Funcionarios y políticos han manifestado que la
Institucionalidad del país está en peligro porque se declaró inconstitucional
esa ley. Parece que se han tomado muy en
serio aquello de “El Estado soy yo” porque la Ley de Amnistía no fue aprobada
para salvaguardar instituciones, fue aprobada para proteger a personas que cometieron
crímenes durante el Conflicto
Armado. No está en peligro la
Institucionalidad, están en peligro personas vinculadas a las instituciones. Y
el peligro al que quedan expuestos -sin la gracia que les otorgó esta ley- se
llama justicia.
-
Durante la guerra civil, cada parte en conflicto
hizo de todo para derrotar a su antítesis; luego de la Firma de los Acuerdos de
Paz, ambas partes pactaron contra la justicia merecida por las víctimas y
sobrevivientes, a pesar que también era sugerida
por los organismos internacionales. Los
que antes fueron enemigos hicieron una tregua al aprobar la Ley de Amnistía, todo para no pagar por lo cometido en nombre de la
patria o del pueblo. Tanto a la izquierda
como a la derecha la derogación de esta
ley genera malestar; cada bando está consciente
de lo que adeuda.
Con la misma insistencia de que la institucionalidad
está en peligro, se ha dicho que se debe evitar que se abran heridas del pasado;
eso no es un argumento, ni una metáfora pacifista,
eso sólo es un eufemismo que están usando
para ocultar el temor que algunos sienten por la probabilidad de que se
abran procesos en los tribunales- porque tanto a la izquierda como a la derecha- se le teme a la verdad, porque no hay
madurez para pedir perdón, porque no se quiere hacer honor a los derechos de víctimas y familiares.
La Ley de Amnistía ha dañado la institucionalidad
desde 1993, porque permitió que asumieran la dirección de la patria personas que
atentaron contra la humanidad. Al ser derogada esta ley, se abre el camino para
depurar las instituciones y sanar esas heridas que no han parado de sangrar. No
podemos ser gobernados por personas que para estar en libertad, deben ser
beneficiarios de privilegios que los libran de sus propias responsabilidades.
El país no se fortalecerá si a partir de la resolución de la Sala de lo
Constitucional, se pacta otra tregua entre los de cuello blanco que tienen las
manos manchadas. Es urgente, es necesario, es tiempo de pasar de la locura a la
esperanza y de la esperanza a la justicia.
martes, febrero 02, 2016
Divagaciones sobre la pasión y muerte de Francisco Flores
Que tus
adversarios te confronten por todos los medios es lo más natural. A Francisco
Flores lo atacaron desde todas las trincheras posibles y lo siguen atacando aún después del final que
conocemos. Aunque la justicia no alcanzó a condenarlo, el FMLN y ARENA sí le
dictaron sentencia. Por su parte, la izquierda electoral lo hizo, entre otras
razones, porque aquel eslogan de los 20
años de ARENA ya necesitaba ser renovado. Es tradición entre los políticos,
que durante campaña se proclaman a sí mismos como superhéroes capaces de
resolver los problemas de la agenda nacional,
pero esos problemas luego les quedan grandes y los solucionan sólo en
discursos y propaganda. Flores formó parte
de la agenda mediática del Gobierno de Mauricio Funes y del de Sánchez Cerén.
No entiendo a exactitud en cuales puntos el proceso en su contra fue
entorpecido por maniobras de la defensa
y en cuales puntos fue entorpecido por los adversarios del ex presidente.
Lo más claro, es que Francisco Flores
Pérez pasó de ser sujeto a ser un escenario de batalla entre grupos de poder.
Entre sus adversarios, un juicio largo era más conveniente que la condena. Entre
sus antiguos aliados, sucesores y entre los llamados destinatarios, la condena era más conveniente que un proceso largo que pudiera ensuciarlos todavía más. Obviamente, se buscaba condenarlo con cargos muy light en comparación a los que enfrentaba.
El Jorge Velado
que en algún momento declaró “La nueva ARENA no puede ni debe aceptar pecados ajenos. Quien tiene que
responder por eso es Francisco Flores y la antigua dirigencia" es muy distinto al Jorge
Velado que ahora intenta hacer de Flores un mártir. Desde ARENA, todos
coinciden en asegurar que la izquierda condenó a Flores sin juicio; la verdad es que tienen razón al afirmarlo pero también ellos
asumieron que Flores era un condenado, un criminal al que era muy peligroso
estar vinculado. Idealmente, uno espera el ataque del enemigo; pero cuando el
puñal viene de los compañeros duele aún más por el valor agregado que a
cualquier golpe le da la traición. En este caso, el abandono fue traición porque
Flores cargó de forma personal con las consecuencias de las maniobras de un
instituto político; según interpreto, fue compañero y amigo para muchos que
únicamente fueron sus aliados cuando él era el político más importante de El
Salvador.
Francisco Flores llegó a ser presidente pero no de forma aleatoria. Su formación
evidencia que se preparó para tener una carrera política acorde a sus
aspiraciones y deseos de poder. Eso debió provocar que dentro de la mente del ex presidente, no
existiera espacio para asimilar que se le podía someter a un proceso jurídico,
pues pasó de dar la mano al hombre más poderoso del mundo a llevar entre sus
manos un par de esposas; pasó de ser recibido con honores en La Casa Blanca a
habitar una pequeña celda. Pasó de ser un presidente honorario de ARENA a ser
acusado de traición por Roberto
Ávila, Eduardo Larrave y Gloria Salguero Gross, quienes solicitaron al COENA que
expulsara a Flores porque como lo señaló la ex diputada “ la percepción que ha habido de parte del señor Francisco Flores ha
hecho mucho daño y por lo tanto él debió haberse retirado a tiempo. Por otra
parte también, sus propias declaraciones son las que nos han obligado a tomar
esta decisión donde él mismo prácticamente acepta las cosas irregulares y no
estamos de acuerdo con eso”.
Es posible identificar varios momentos en las relaciones Francisco Flores-ARENA a partir de las acusaciones
hechas por Mauricio Funes. Antes de las elecciones de marzo de 2014; la
derecha, a diferencia de la opinión pública, no le dio la importancia debida al
tema. Todo se quiso orientar como que sólo
se trataba de campaña sucia. Cuando las elecciones dieron como resultado otro
fracaso en las urnas, ARENA intentó desvincularse y atribuir la cuota más grande
de la derrota de Norman Quijano a Flores que era su asesor. Después las relaciones Flores-ARENA se apaciguaron
pues pareciera que el COENA determinó que
no era conveniente confrontar a alguien que con un par de declaraciones más podía
provocar el hundimiento total de ARENA. Seguro y negociaron algún tipo de respaldo
jurídico o qué sé yo. Lo evidente, es que ARENA pasó de confrontar a Flores a dejarlo
entre las sombras.
Flores asumió las acusaciones con una responsabilidad
que lo mantuvieron entre la convicción y
el cinismo. Lo de la convicción es admirable, porque a diferencia de sus
aliados, él asumió -hasta el último momento- las consecuencias de aquellas decisiones partidarias
que se llevaron a cabo durante una guerra electoral. Lo del cinismo no es propio
de Flores, sino más bien es propio de la clase política. Los políticos, y
particularmente los presidentes, se sienten con derecho de actuar más allá del
bien y del mal. Sienten que todo lo hecho por su propia voluntad es justo,
mientras que todo lo que va en contra ésta no lo es. Por cinismo y no por
inocencia, es que se puede observar algún grado de serenidad en los políticos
que son llevados a juicio. La historia nos muestra que ese cinismo será heroico
para sus simpatizantes e irritante para sus detractores.
Muchos de los que abandonaron a Flores y ahora
se quieren pintar como dolientes, se sienten y saben culpables pero no logran
asumir su responsabilidad en las decisiones que a Flores lo arrastraron a un
proceso jurídico, y sin duda, nunca asumirán su responsabilidad en ese acto de haberlo usado como escudo. No se necesita ser seguidor o familiar de Flores
para entender que él fue el escudo en el que muchos se protegieron de las
ataques del Frente, del ataque de los disidentes y de los requerimientos de la
Justicia. No se necesita militar en un partido político para entender que las decisiones
no las toma un solo individuo.
Da la impresión que entre la complicidad y la
traición, Flores se decidió por la complicidad y que ésta le aceleró el camino
a la muerte. Eso fue de más honor que
traicionar a sus compañeros; sin embargo, también hay una forma muy triste- y de poco honor-de ver este
proceso, pues se puede interpretar que Flores traicionó a la patria al recibir
fondos como Ejecutivo para fines partidarios. Él fue elegido para gobernar El
Salvador y sobrepuso los intereses
partidarios a los nacionales. Claro, él nunca asumió eso como traición; desde sus principios y formación ideológica, seguramente hizo lo
que hizo para defender las libertades y proteger a la patria de otro gobierno del
FMLN o sencillamente para recuperar el Poder.
La muerte de Flores ha generado muchas
reacciones, teorías conspiracioncitas y mucho más. Desde mi perspectiva, nuestra
historia política de la post guerra se ha dividido en antes y después de la
muerte de Flores porque se ha agudizado aún más la batalla institucional entre los
círculos de Poder. Los mismos que ya pelearon con balas, ya pelearon con votos
ahora están librando una ofensiva muy fuerte a través de las instituciones públicas,
a través de las leyes. Hay una transición de escenarios que tiene un referente muy pero muy cercano en el tiempo: No es casualidad que buena parte del caudal electoral de ARENA fue heredado del PCN y el del FMLN del PDC. No hay que negar que la actual lucha institucional puede interpretarse como evolución
democrática; pero de no ser bien manejado este proceso, sólo será un
camino a otro caos: una transición muy
triste hacia nuevos partidos con viejas
ideas.
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