martes, abril 30, 2013

lunes, abril 08, 2013

Hacerse hombre matando un candidato a la presidencia



Mamá siempre me dijo que para  volverse  hombre uno debía matar un hombre, quemar un libro  y deforestar un bosque. Ya he hecho dos de esas cosas, y estoy ante la oportunidad de hacer la tercera.  Lo primero que hice fue quemar un libro, lo segundo fue deforestar varios bosques y pues sigo en pie de lucha y con un futuro difícil pero necesario.

El Asunto es que inicié mi camino hacia la masculinidad quemando una copia del libro de Alberto Sánchez titulado "La Cornoide”. Un libro lleno de herejías, y dicen los muy herejes que gustan de estas cosas, que quizás es el aporte más grande que un matemático centroamericano ha hecho en los últimos 200 años a la más exacta de las ciencias. Pero el triunfo y el virtuosismo de la  acción no radica en repetir esa práctica monótona de quemar un libro, eso es fácil y los papas son expertos con los que no estaría en condiciones de competir si se trata de quemar libros. El virtuosismo de mi acción, es que hasta donde sé era la única copia que quedaba  de La Cornoide y pues así di mi primer paso para ser hombre macho masculino.

Mi segundo paso hacia la hombría, fue escribiendo un libro de superación personal que se llama “ El Camino hacia el éxito está a un paso de distancia”. Es un best seller desde la primera semana de lanzamiento, y  se estima que dentro de una edición ya se habrán talado el equivalente a 5870 campos de football americano para sostener el tiraje de este libro. Hice lo de deforestar el bosque, pero necesitaba creatividad para consumar  mi segundo paso,  debía hacerlo y lo hice sin lastimar mis manos de señorita.  No hay duda que sí supe  cómo dar  mi segundo paso para volverme un hombre macho masculino, uno tan macho como  uno de los hombres con los que se acostaba mi abuela, como esos con los que se acuesta mi mamá, la perra de mi primo y  yo. Mi primo no es que sea una perra por cambiar de marido a cada rato, es que mi primo tiene una perrita, una pastor alemán que ha tenido tres partos y nunca ha repetido novio pero eso es otro asunto. Mi primo es un hombre muy heterosexual, y sólo porque el incesto es pecado no pruebo con ese hombre macho masculino, aunque la verdad es que primos se arriman y con un par de tragos adentro a lo mejor se anima, pero eso es otro asunto.

Mi tercera tarea a cumplir, para demostrarle a mi mamá que no soy una señorita sólo por amanecer día a día con el mismo hombre, esa tarea  sí está un poco complicada.

Me ponen muy nervioso los medios de comunicación, las cámaras, las entrevistas, las investigaciones  y todo lo relacionado con la farándula. El problema es que  ya se descubrió mi misión y pues no sé qué hacer; pero de lo que estoy seguro es que no puedo fallar ante la epifanía que experimenté el domingo de resurrección.  No debo rendirme aunque el riesgo sea muy grande porque mi misión ha trascendido como noticia internacional.

La epifanía

Luego de orar en la cima de Tecana Mountain,  mientras yo continuaba postrado al pie de la cruz que desde ese lugar ilumina toda la ciudad; un pajarito se me acercó volando, y dijo:

-Santiago, no seas piricuaco . No desmayes, levántate y sé valiente. Te entregaré este pasaporte venezolano, esta pistola y esta fotografía. Tú sabes lo que debes hacer hijo mío.

El pajarito también me advirtió que mi víctima había sido prevenida por otro pajarito,  y la verdad es que tengo que hacerle frente al asunto. Lo complicado es que lo servicios de inteligencia están alerta sobre la conspiración de la que debo ser protagonista anónimo, pero tengo que hacerlo, debo hacerlo, o de lo contrario, nuca seré hombre macho masculino como mamá siempre quiso.