miércoles, mayo 14, 2014

Sumpul

Fuimos trescientos gritos cansados y sin eco.
Trescientos fuimos; fuimos trescientas voces. Fuimos
sangre sobre las piedras; sangre sobre las aguas
y somos sangre errante que corre en otras venas.
Somos trescientos gritos brillando en otras voces;
si tuvimos espada fue entre nuestras arterias.
Mi nombre es Marta Hernández. Tengo dieciseis años,
Mi sangre fue alimento de sus manos hambrientas.
Mi luna fue poblada por la sed de sus cuerpos.
Mi sangre manchó el verde olivo y el camino de los mares.
Mi sangre se estancó entre sus poros extraños.
Antes de regresar al polvo polvo fuimos.
Y polvo somos pero también fuimos latidos
y oxigeno y deseos. Hambre fuimos y hambre
somos. Trescientos fuimos; trescientos somos. Marta
es mi nombre. Mi vientre se llenó de semillas
de los que desgarraron mi vestido y mi alma.
Fui polvo y arrancaron mi vestido entre el polvo;
después me destrozaron la mirada y los huesos,
Polvo fuimos y polvo somos: polvo en las aguas
como polvo en los cielos; polvo sobre esas franjas
de esa bandera alzada entre sombras y huesos.