martes, mayo 31, 2011

ESPERO QUE NO SEA MAÑANA PERO NUNCA SE SABE

Vendrán días peores. No podré verlos. Eso es malo; tal vez de esperarlos pude haberme reído de estos días. El trabajo-al menos eso- va bien. Las noches son la parte más larga de cada día. No son noches inútiles pero se siente demasiado calor y la ausencia es tanta y es la misma ausencia. Por tanto golpe se pierden las fuerzas.

Vendrán días peores. Solo esta semana, solo este día, solo estas horas; así digo siempre pero mañana miércoles inicia otra semana, y solo esta semana, solo este día, solo estas horas y a la puerta solo llegan facturas. Los cobros nunca se atrasan. Hay una voz que no tarda; solo tarda lo que va hacia alguna parte, y esa voz va hacia alguna parte y esa parte no es mi puerta.

Vendrán días mejores. No recordaré nada. Me gustan las flores pero no los crucifijos. No veré el crucifijo y espero que no lo pongan; no quiero ni eso ni cualquier otra cosa semejante. No oleré las flores y espero algunas. Me gustan las reuniones pero no las prédicas. Estaré presente y seré como una piedra o un candelabro y no quiero que se hable de vida eterna: ni de la del fuego ni de la celeste. Me gustan las iglesias, pero no quiero entrar a una cuando ya no pueda detenerme para ver lo que sí me gusta de los templos. Tendré los ojos cerrados, y mis ojos no reflejarán ninguna cara pálida mientras el sol nace. Será así aunque me quede o me valla.

Vendrán otros días y no puedo-ni me interesa- detener las plegarias; pero no las quiero en voz alta y frente a mi carne antes de que sea ceniza. Quiero que cierren mis ojos, y coloquen mi mano izquierda sobre mi pecho, y sobre mi mano izquierda mi mano derecha; los pulgares estarán uniéndose y no debe ser de otra forma. Cuando ensayo cómo se verán mis dos manos, sonrío por tener las uñas de la mano derecha muy largas, mientras que las de la mano izquierda están muy cortas. Cuando las veo así algunas veces veo un triángulo y otras un pájaro. Siempre siento mis seis rayos de plata.

Vendrán días mejores y también vendrán otros con más espinas, y será así aunque me quede o me valla. Solo espero que al cuarto día, el Principio y el Fin, no grite mi nombre para ordenarme que me levante. Corrijo: para darle una orden a lo que dejen las llamas. Vendrán otros.

y es mejor una sola caída          
para no ser Lázaro
para no ser alcanzado por la gracia de morir dos veces.

sábado, mayo 21, 2011

Post del fin del mundo

I

El fin  del mundo es un fin que en verdad no duele. La última vez que se acabó el mundo también colapsaron las computadoras. La última vez que se acabó el mundo, fue el fin de la civilización, fue el fin de la humanidad, fue el fin de lo que tanto amamos y lo que no se ama. El último fin es el que fue en el año 2000. El 6 de junio del 2006 también se acabó, pero con menos escándalo; o nació el anticristo, no recuerdo. Tantas veces ha acontecido el fin, que ya se volvió aburrido que el mundo se acabe una y otra vez. El fin está cerca, ya viene el fin, viene pronto. Cuando sea el rapto de la iglesia, este carro quedará sin conductor.

El mundo ha acabado tantas veces que me confundo, no sé si esto es un remake  del mundo o una copia  no autorizada del mundo. Ciertamente, si hay que hablar de finales, el fin de humanidad hay que ubicarlo en el preciso momento en que Joe Cocker interpretó With a Little Help From My Friends en Woodstock 69. Ese año es la cumbre de todo lo que ahora se imita, ese año fue el final de lo que pudo considerarse nuevo. Ese año es el punto de inflexión de la historia contemporánea, de las tendencias urbanas, ese año se agotaron las ideas . Ese año fue el fin de todas las esperanzas, o empezaron a morir; da igual, fue el fin del mundo y el mundo es grande, y mundo es una palabra más extensa que fin, y fin es una palabra con menos letras que muerte, pero  es igual o más dolorosa para algunos oídos entre los que están mis oídos. Fin. Muerte.

1969 es el punto de inflexión de la historia; y según se ve la gráfica no va hacia arriba. La voz de Cocker es el fin de 1969. Oírlo cantar  Whit a Little Help en otras ocasiones es aburrido, la interpretación del 69 es irrepetible, pero de cierta forma cada vez que la volvió a cantar fue de nuevo el fin; pero un fin aburrido, no un fin tan bello como aquel de 1969.

II

El fin  del mundo, es un fin que en verdad no duele. Sin embargo es aburrido que  ocurra una y otra vez ese fin.  Pero a veces es gracioso;  no como ese fin que tanto se  repite y tanto duele.

El mundo acabó también cuando yo era muy pequeño.  Yo era un  párvulo según recuerdo. Hubo un eclipse y mis vecinos eran profetas  y los reporteros eran profetas, y los adultos eran profetas y todos sabían que era el fin. Ese fin fue bello, poco después del  mediodía  fue de noche. Todo estaba oscuro, a mí me daba miedo la oscuridad, pero esa vez la oscuridad fue tan bella y tan extraña que no podía permitirme el miedo, no me lo permití, y fue como debía ser: un juego. No de otra manera, simplemente fue bonito. Los perros aullaban, y las gallinas no aullaban pero también estaban confundidas como los gallos, y había que estar en familia y había que rezar. Todos sabían que era el fin e inducían al miedo. Al miedo no le di lugar, al menos no tanto como para impedirme salir a la calle para disfrutar de una noche breve. El loco del vecindario gritaba, las abuelas rezaban el rosario. Era de día, pero estaba oscuro.

Los hijos de los vecinos tenían mi edad, y  escapamos un rato hacia la calle , no sé si todos, pero al menos yo y quizás algunos niños más; no lo tengo tan claro y aveces me angustía y a veces no me importa. Si alguno se escapó conmigo, espero que haya sido Luis Fernando. Debió ser él, seguro y no pudo ser otro ¿Luisito, vos saliste a la calle verdad? Debí preguntárselo alguna vez,  pero desde el fin de Luis Fernando ya pasaron diez años.

jueves, mayo 19, 2011

De los artistas que tanto se aprende

Durante los días de ensayos siempre ocurren cosas que no se olvidan y que tienen demasiada trascendencia como para no echárselas a la bolsa. En estos días me ha tocado trabajar con una alineación de niños de entre 8 a 10 años. No todos tienen guitarras adecuadas, pero eso no es problema. Me sorprenden lo buenos que son y lo rápido que avanzan. Hace unos 7 años me tocó trabajar con un niño en clases particulares, y con él inicié el método que ahora utilizo; lamento que en esos momentos por hacer trabajo independiente no tenía la oportunidad de involucrar a mis alumnos en situaciones de concierto de forma real. No fue tiempo perdido, fue tiempo necesario para formar lo que ahora son las bases de la metodología que rige mi trabajo con niños.

Fernando, que es el primer niño con el que inicié mi trabajo en Bellas Artes, es perezoso con las actividades físicas. Creo que es un detalle muy bonito que sea así; las energías que cualquiera de su edad gasta para saltar o para golpear son las que el usa en su actividad intelectual. Es muy bueno en inglés, en matemática, y en cualquier materia. Lo mejor es que es músico de forma instintiva y sabe seguir instrucciones. Es un artista privilegiado, sabe buscar las melodías que estudia para guitarra en un teclado y sabe entonarlas con o sin instrumento. Es -como todos mis alumnos- exigente con las afinaciones. Lo quiero demasiado, también es muy amigo; me conoce y me entiende; sé que lo mismo podría decir él de mí. Y no tengo miedo que algún día diga lo contrario. Es sincero y cuando cambie de profesor sé que ambos tendremos la madurez para saber qué fue bueno y qué no lo fue.

Durante un ensayo Fernando me conmovió un montón, estaba él junto a un niño que lleva unas cuatro semanas en clases y obviamente yo estaba con ellos. Al niño que recién inicia, yo le comentaba que tocar en público es más fácil que tocar para mí. Estaba convenciéndolo de tocar el día del  fin del mundo en el Teatro de Santa Ana pues tendremos una presentación de los alumnos de la Escuela de Bellas Artes . Como todo artista ante su primera presentación, dijo que tenía miedo de equivocarse. Le respondí que no debía tener miedo. Le dije que yo sí conozco las obras y que el público no; le dije que me convenció a mí, y que más fácil será convencer al quienes estén frente al escenario, y recalcó que temía equivocarse porque todos lo verían. Fernando que me conoce y conoce a los que tienen su edad, dijo: Es verdad, tocar en el teatro es fácil, si te equivocas nadie se da cuenta; y cuando te equivocas frente al profe te regaña. Fernando y yo reímos. Tiene un sentido del humor lindo, y un sentido de reclamo con una elegancia envidiable. Admiro a Fernando. Fernando disfruta lo que hace sin poses y sin angustias. 

Por si fuera poco, ese mismo día salí a conseguirle un borrador a otro de los niños. Y como no había clase de dibujo, antes de ir al salón de dibujo a autoprestarme uno, fui donde las niñas de ballet. Pregunté en voz alta si alguien me prestaba un borrador; Regina, del cuerpo mayor de ballet respondió: Santi, no tenemos. Aquí no se cometen errores.

Me alegra que el 21 de mayo se acabe el mundo o la humanidad o lo que tenga que acabarse. Preparar el concierto de ese día ha sido bonito. No estarán todos los que yo quisiera, tendré una ausencia irreparable antes, durante y después de esa presentación. Duele, y duele el pecho y no puedo evitarlo; pero a la par tendré a Fernandito para recordarme que debemos saludar al público.

martes, mayo 10, 2011

Si algún sentido tiene el concepto
patria, hay que buscarlo en las madres
de este país… Ellas son, sin duda
la patria ofendida”.
                                       
                              Italo López Vallecillos

Mamá querida. Oración por todos.
Llena eres de gracia como las primeras lluvias
que originan las primeras milpas.
Vendedora de los mercados. Mamá comprando
botellas de puerta en puerta. De zaguán
en zaguán. Mamá puta. Mamá corriendo por las calles
con los policías detrás. Mamá como son las cosas
cuando son del alma. Buscadora de tesoros
en los basureros.
Mamá viajando en tren con grandes canastos
de frutas maduras. Mamá estupenda.
Mamá con cara pintada de arco iris.

Cortadora de café.
Mamá que recoge flores en los caminos
para ponerlas en floreros de hojalata.
Mamá constante. Mamá enferma.
Mamá Virgen María madre de Dios.
Nombre sagrado como los venados o los volcanes.
Mamá de velas encendidas al Santo Niño de Atocha
y a San Antonito lindo. Mamá por esas calles
oscuras.
Mamá de la Unión de Pobladores de Tugurios.
Vendedora de atol shuco y semita de piña. Mamá
desfilando por las calles con pañuelitos
de papel periódico
para cubrirse del sol ardiente. Mamá
y su bolsa de frijoles fritos
y tortillas. Mamá vergona. Mamá descalza.
Mamá trabajadora. Mamá lista para salir corriendo
por siay balazos. Jornalera del algodón bajo el sol
agrario de la costa.
¿En dónde estás? ¡Hola mamá! Mala madre.

Arrurrú niñito que tengo quiacer. Día tuyo.
Día muerto de hambre. Mamá suplicadora
para que suelten a mi hijo,
él no les ha hecho nada.
Mamá en la morgue. Mamá mía. Mamá buscando
entre los muertos. ¡Cállese vieja puta!
Mamá voy a regresar tarde, pero no se sabe.
Mamá Virgen María a secas. Mamá diciendo
es el cuerpo el que me tiembla, no el espíritu.
Un día primero Dios has de quererme un poquito,
yo levantaré un ranchito donde vivamos los dos.
Mamá devuelvan el cadáver de mi hijo.
Mamá hombre.

Mamá padre, mamá abuela, abuelo. Mamá, mamá.
¡Tu madre!
Buenos días mamá. Buenos días universo entero.

Manlio Argueta