viernes, junio 18, 2010

Ha de haber


Ha de haber un color por descubrir,

Un juntar de palabras escondido,

Ha de haber una llave para abrir,

La puerta de este muro desmedido

Ha de haber una isla más al sur,

Una cuerda más tensa y resonante,

Otro mar que nade en otro azul,

Otra altura de voz que mejor cante.

Poesía tardía que no llegas

A decir la mitad de lo que sabes;

Callas, cuando puedes, ni reniegas

De este cuerpo casual en que no cabes

José Saramago

miércoles, mayo 05, 2010

A 125 años del nacimiento de Agustín Barrios Mangoré

Antes de que Agustín Barrios se estableciera en El Salvador, ya había recorrido América latina, y más allá de las razones que lo llevaron a establecerse en este país, hay que recordar que la última vez que estuvo en Paraguay, no tuvo una estadía muy grata hasta donde se sabe y se recuerda; no obtuvo las condiciones que requería para quedarse luego de haber estado afuera 12 años, y decidió marcharse nuevamente.

Las dos veces que salió de Paraguay tienen naturalezas similares, con una excepción fundamental claro está; la primera, fue una gira artística, en la que estudió aires populares de diferentes regiones en forma presencial, la segunda también tiene esos elementos en cuanto a lo artístico, pero, también fue algo así como un exilio. En ambas ocasiones que dejó la patria en la que nació, interpretó repertorio original, arreglos y transcripciones en los que se evidenció su genialidad. Él fue quien verdaderamente elevó el instrumento a la categoría de instrumento de concierto al recorrer a través de sus obras diferentes periodos con una maestría que sólo puede tener un autor al que le queda corto el tiempo en que vive(Barroco, Clasicismo, Romanticismo, etc.). No es el primer autor para guitarra en tener un registro tan variado; sí el que tiene el más completo, tanto en extensión, estilos y formas, y sobre todo, en calidad como guitarrista y músico. Por eso, es comprensible que se forme una comisión presidencial para repatriar sus restos cien años después de la primera vez que salió de Paraguay; ahora ya es inevitable que se vea a Mangoré con los ojos que lo vieron Don Candido Morales y tantos que lo escucharon, y tantos que hemos quedado maravillados al apreciar su obra. No es el primer intento por lograr que los restos mortales de Barrios vuelvan a la patria que le vio nacer, aunque sí el de más relevancia.

Barrios, salió de Paraguay y elevó muchos aires y motivos populares latinoamericanos a la categoría de piezas de concierto. Así también, logró hacer composiciones que, si bien es cierto no pertenecen al periodo musical en el que es ubicado, rescatan las propiedades de la guitarra de una manera superior o sólo comparable a la de los grandes genios que le precedieron, y a quienes estudió. Sin pertenecer a algunos periodos que exploró y conoció, heredó a la guitarra muchas composiciones de mayor relevancia que aquellos que vivieron durante esos entonces sin poder contextualizar el instrumento a la altura de las tendencias y avances en armonía, pues hasta antes de Barrios, parecía que la guitarra era un instrumento de características muy limitadas, y no hay que ser tan injustos con los genios de la guitarra que le precedieron, y hay que destacar que las condiciones en que Barrios encontró el instrumento también ya eran más favorables que las condiciones en las que éstos lo conocieron, eso sí, condiciones no tan favorables como las de hoy en día.

Por éstas y el sin fin de cosas no nombradas, es que Barrios es digno de admiración como ningún otro guitarrista, y su memoria como la de todo ser, merece respeto, y no debe ser usurpada por agendas políticas; así como con Borges en Argentina, ni su patria es más pequeña ni su obra más grande por el lugar en el que el genio está sepultado. Y tanto para Borges como para Mangoré, al profanar sus lugares de descanso,no se estarían reparando los reproches que recibieron en vida, por el contrario se estarían reiterando.


La segunda vez que Barrios salió de su patria, hace 85 años, lo hizo con amargura; tenía deseos y proyectos ante los que no encontró ecos favorables a pesar de tanto logro y éxito en su obra y presentaciones. Se despidió de sus compatriotas con un recital en una plaza pública, y según contaban sus discípulos, duró desde las 8:00 P.M. a 5:00 A.M. siendo toda una fiesta popular en la que él tuvo que ayudar a armar el escenario y ubicar las sillas, y esto puede sorprender si se ignora el repertorio de Barrios, y si se desconoce que no lo le permitieron la creación del conservatorio que tanto deseaba y necesitaba; puede decirse que recibió una bofetada muy fuerte de los encargados de la actividad cultural en el Paraguay de los días en que salió de forma definitiva, y no puede dejar de pensarse que permitir que profanen su tumba es como permitir otra bofetada . Y esas condiciones que necesitaba Barrios tampoco las encontró en El Salvador en una forma total por más idílico que uno pretenda ser con la relación existente entre este país y el genio paraguayo. Sin embargo, Barrios eligió esta patria para vivir y aquí lo alcanzó la muerte, e independientemente del lugar en el que permanecen sus restos mortales, y para gloria de la guitarra, Mangoré ya ha logrado superar el misterio de la noche.

miércoles, abril 07, 2010

Silencio

No es muy agradable la acción de la juez que fue el rostro público en el proceso que se llevó a cabo contra La Prensa Gráfica por la publicación de material que violenta el derecho a la intimidad de un asesino. A mi criterio-que no crea se único-, a las fotos y a la cobertura de la noticia en general, se le dio un enfoque demasiado político por el choque de visión entre el poder legislativo y ejecutivo en torno a la Ley del Menor Infractor.

Debe ser indignante ver cómo se reclama por la célebre intimidad de quien acabo con la vida de un ser querido. A mí, también me ha resultado fatal el cómo se ha cubierto la noticia a través de algunas líneas editoriales. Es cuestión de enfoques; no recuerdo haber visto alguna falsedad destinada a modificar la verdad para un fin. Es decir, que no puedo hacer reproches moralistas contra la interpretación y manejo de algunas medios con la información relacionada a este crimen. No soy tan torpe como para ignorar que las decisiones legislativas influyen en los procesos jurídicos. No sé si el crimen, y el proceso contra éste, pudieran haber acontecido antes de la publicación de las modificaciones-enmiendas ó lo que sea- a la Ley del Menor Infractor o Ley Penal Juvenil en el Diario Oficial. Tampoco soy-ni necesito ser- abogado para saber qué tan relevante es que aparezcan en dicha publicación. No me gustó eso de darle tanto énfasis al crimen desde la cuestión legislativa, a pesar de que no creo en acomodar los criterios jurídicos a fin de valorar un delito desde particularidades absurdas de quien lo comete, y no desde el efecto que produce. No quiero pecar de optimista creyendo que esa es la razón por la que en la asamblea votaron a favor de aumentar las penas a los menores infractores. Son muchos los que lo hicieron para lograr una mejor imagen ante la opinión pública.

Asesinato es asesinato, independientemente de si lo comete un mayor de edad o un menor de edad, o si lo comete un dueto compuesto por un elemento perteneciente a cada una de estas categorías. Y esa Ley del Menor Infractor es absurda, como otras de las promovidas por tantos organismos internacionales, si se interpretan las palabras de forma torpe y si se adoptan dichas leyes sólo porque es una tendencia en alguno de los tantos organismos internacionales a los que está suscrito el país. En este caso, eso de la interpretación ocurre con la palabra edad; pues se toma de forma tan mecánica, al considerarse que únicamente existen variables biológicas para determinar el significado de ésta.

El criterio de la juez, no es de mi agrado, lo recalco; pero, no molesta si lo ejerce de manera íntima. Pues la diversidad es parte de la dinámica social al garantizar la existencia de particularidades en todo sentido. Lo que sí preocupa, es lo que permiten algunas leyes con respecto a la impunidad, así como también, lo que la jueza ha entendiendo por intimidad en el campo jurídico.

El gran crimen de los que han dado cobertura al asesinato, es habernos hecho testigos de éste, aunque la juez los acuse de ser- y habernos hecho- responsables de irrespetar la intimidad del niño que sostenía el cuchillo.

viernes, febrero 19, 2010

De lo particular a la generalidad

Era muy común tener compañeros, amigos y familiares con mi mismo nombre, al menos con el primero. Lo de los familiares, es redundante cuando se viene de familias con no mucha imaginación; es frecuente que exista una tendencia a repetir los nombres de los antecesores. Y en serio, lo de amigos quizás parezca apresurado para cualquier adulto; cuando uno es adulto complica muchos los vínculos para decidir quién es y quién no es un amigo. Durante un tiempo corto pero bastante memorable, no se decide quién es y quién no; simplemente, o no se tienen, o se tienen. No importa sin con nombre distinto o con nombre igual al que hace que uno busque los ojos de quien lo ha dicho. Ya a esta altura, no importa si se tuvieron amigos o no, si no se tienen, o sí; esa palabra como todas, ya no significa lo mismo.

Con mi segundo nombre, que es con el que me siento más cómodo desde los catorce, sí que no ha sido muy frecuente toparme con alguien que también lo tenga, con un par de excepciones claro. Y esas excepciones, sí que hicieron que me convenciera que es nombre de gente mayor. Al primer Santiago, que conocí, fue en un programa para niños; en ese programa, había un ritual que ni en alcohólicos anónimos lo tienen hasta donde sé y recuerdo, y mi mamá y mi tía nos llevaron a mis primos y a mí para que abandonáramos uno de los vicios de ese entonces. Mi prima no necesitaba dejarlo, era un par de pares de años mayor que mi primo y yo, y ya no lo tenía. Nos llevaron, y en el lugar que lo filmaban, alguien dijo: Santiago. Me emocioné, y mi mamá dijo algo como: ya ves, otro niño que se llama Santiago. Y resultó que era el abuelo de alguno de los que llegaron al ritual de iniciación, y la familia de ese alguno, tenía más imaginación que la mía, no sé si el nieto de Santiago era niño o niña, pero no se llamaba Santiago. Así conocí uno, dos, tres coma puntos suspensivos coma ene Santiagos. Del universo de los Santiagos conocidos, al menos uno era más o menos niño o joven no siendo yo, y aunque era un tanto mayor si me pongo como parámetro, fue el referente más cercano. Lo conocí -bueno, ahora debo decir que lo vi- porque su padre le pidió que con la cámara, enfocará algo que no recuerdo, para mientras pasaba el sumo pontífice de la mitología que profesé por esos días. Fue así, como vi un Santiago sin canas, sin bigote, y sin calvicie y sin nietos.

Tengo angustia. En una de tantas veces que esperaba el bus, escuché Santiago, mirá, la luna, y el Santiago que se aferraba a los hombros de quien había hablado, dijo: la estrella.

viernes, enero 15, 2010

Sospecho que de nuevo, eso está prohibido.

No sólo se firmó la paz, también se cerró el capítulo de la guerra fría del que fue parte nuestro país. Mis intenciones no son afirmar que la guerra fue consecuencia únicamente de la influencia mundial, pues había razones internas que aún están vigentes. Tampoco intento insinuar que porque prevalecen las causas, se debe llegar a las mismas consecuencias. Sólo quiero recordar. No sé si es lo que ocurrió, pero es lo que no estoy dispuesto a olvidar.

No sabía ni leer ni escribir. Nunca había besado, pero tenía miedo de morir. Sabía –y ahora también lo sé-que tanta muerte puede evitarse con la paz. Eso decían en el kínder. Yo sabía que la muerte no llegaba sólo por la guerra. Una tía (hermana de mi abuela) murió porque le dolía el corazón.

Tengo muy presente que antes de salir a vacaciones, la señorita- como le decía a una mujer que de seguro y hasta era abuela, y era mi profesora- dirigió una oración por la paz, pidió que no hubiese más muertos por la guerra. Me imagino, que ese tipo de oraciones eran muy frecuentes en muchos lugares. Yo sólo recuerdo esa.

El día que se firmaron los acuerdos de paz, lloré. En casa lloraban las personas mayores, no recuerdo haberme limpiado alguna lágrima, ni vi que alguien lo hiciera. No sabía que eran lágrimas, sí sabía qué era llorar. Lloraba muy seguidos por más o menos cosas que ahora. No sabía qué es una lágrima. Las sentía, y no necesitaba que fluyeran para llorar; aún es así, y entonces era mejor, no buscaba explicaciones para sentirlas. Si estaban o no estaban, como siempre, no son condicionantes para llorar.

En la televisión, vi algunas cosas sobre la firma de la paz, y no recuerdo lo que vi. Sé que fue algo que causó emoción y tranquilidad, y sé que mi mamá me despegó del televisor, no porque fuera algo bueno o algo malo lo que trasnmitían, sino, porque había cosas que debíamos hacer. Fuimos a casa de una tía( hermana de mi mamá). No sé qué pasó ahí, pero de seguro me comí algún tomate crudo como solía hacerlo cuando la visitábamos. Al regresar, mi tío- que quizás tenía la edad que ahora tengo- oía música con volumen muy alto, no era el único que lo hacía. En otras casas pasaba lo mismo. No sé qué era lo que escuchaban los vecinos, pero en mi casa sonaba algo que hasta antes de esa firma fue prohibido. Algo que fue una verdad, para algunos de los que vieron derrumbarse los sueños, y la esperanza del mundo por el que desaparecieron muchos. Entre esos muchos, estaba Luis Alonso, y desde que él formó parte de esos muchos, a mi tía le comenzó a doler el corazón.

viernes, enero 01, 2010

1910

(Intermedio)


Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
no vieron enterrar a los muertos,
ni la feria de ceniza del que llora por la madrugada,
ni el corazón que tiembla arrinconado como un caballito de mar.

Aquellos ojos míos de mil novecientos diez
vieron la blanca pared donde orinaban las niñas,
el hocico del toro, la seta venenosa
y una luna incomprensible que iluminaba por los rincones
los pedazos de limón seco bajo el negro duro de las botellas.

Aquellos ojos míos en el cuello de la jaca,
en el seno traspasado de Santa Rosa dormida,
en los tejados del amor, con gemidos y frescas manos,
en un jardín donde los gatos se comían a las ranas.

Desván donde el polvo viejo congrega estatuas y musgos,
cajas que guardan silencio de cangrejos devorados
en el sitio donde el sueño tropezaba con su realidad.
Allí mis pequeños ojos.

No preguntarme nada. He visto que las cosas
cuando buscan su curso encuentran su vacío.
Hay un dolor de huecos por el aire sin gente
y en mis ojos criaturas vestidas ¡sin desnudo!


Federico García Lorca