viernes, febrero 13, 2009

Protagonizo robos más que de vez en cuando,
o variación del Síndrome de Estocolmo para administrador de blog sin orquesta.
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Ya para finalizar el año anterior, una compañera me habló sobre el interés de uno de sus primos por los comics; me comentó que él dibuja personajes, que hace historias, y que le interesa todo eso de lo que no sé, y que conoce y sabe hacer Carlos Guardado. Y fue por razones personales-olvido, irresponsabilidad, LAPL, etc.- que contacté hasta este año con el primo de mi compañera, y le hablé a Rafa sobre él, para ver si lo podían atender en el Taller de Guiones y Video. Y este sábado, fuimos al Taller para que él viera si este proyecto cumple con sus expectativas, es decir para que viera si en La Casa podía encontrar la orientación y todo eso que él dijo que necesita.
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Por la mañana, salí de mi casa poco antes de la ocho treinta, tenía que desplazarme como a veinte kilómetros, y a las doce debía estar de regreso para irme-irnos- hacia Los Planes. de Renderos. No hubo problema hasta este parte… bueno, sí, sí lo hubo, me atrasé quince minutos para llegar al lugar en el que acordé esperaría al primo de mi amiga, y él se adelantó dos horas, pues vino a Santa Ana desde un lugar que no le da muchas alternativas de transporte; pero gracias a la descripción - de su ropa-que me dio cuando hablamos por teléfono ese mismo día, no tuve ningún problema en reconocerlo. Lo encontré frente al lugar indicado, y antes de llegar a la parada de buses, tuvimos tiempo suficiente para hablar muchas cosas referentes al asunto por el que contactamos.
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Llegamos a San Salvador, y cuando íbamos hacia el centro de la ciudad, para tomar un micribús y trasladarnos a Los Planes, resultó que en la parada que le dicen La Campana, se subió un borracho, y puta, cuando el motorista aceleró, el borracho no se había sentado, y recorrió todo el microbús de un solo paso , y casi, casi cae sobre mí, como esos que en los conciertos de rock se tiran de la tarima hacia el público; pero, alguien logró detenerlo, y luego de eso, se iba a sentar sobre otro alguien, pero ese alguien mejor se hizo al lado de la ventana, y siacabuche el cuento del borracho que probaba de equilibrista al que se le pierde la cuerda.
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Ya estando en el centro de la ciudad, me recordaron que pronto habrá elecciones presidenciales, y no es que tenga lo gloria de olvidarlo durante días, horas, o durante un solo minuto, sino, que lo olvido durante unos cuantos segundos, pues me lo recuerdan con demasiada insistencia, y quizás ese no sea el problema, sino que lo hacen con violencia, con promeses que no dicen cómo las cumplirán, con amenazas, con campañas de miedo, con chambres, con acusaciones que no se harán frente a frente, en fin, me recordaron todo eso. Pero no crean que uno tiene sólo malos recuerdos, pues cada vez que paso frente al parque donde había personas con banderas, no dejo de repetir estos tres versos: “no se parece más que por la memoria/ no es el mismo, aunque aquel caballo/ siga a galope eterno en el mismo pedestal”. Y no importa si se cae una vendedora, o si hay activistas o qué, siempre recuerdo esos versos.
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Luego de haber pasado frente al otro parque, frente al parque Hula-Hula, me detuve para esperar al primo de mi compañera, pues se había quedado atrás, y justo antes de mostrarle un lugar en el que venden series japonesas, noté algo no muy usual, un tipo se detuvo a media calle, me vio o ¿nos vio?, sacó un celular, lo llevó hasta su oreja, y comenzó a hablar, o al menos parecía que estaba hablando, visto desde la distancia a la que estaba de nosotros, que serían quizás unos setenta metros. Caminamos una cuadra más-pero no una de cien metros-, y noté que el tipo volvió a vernos dos veces, se detuvo, sacó el teléfono, lo llevó hasta su oreja, y nuevamente me dio la impresión de que estaba hablando, pero lo guardó, y a paso como visto en cámara lenta, se acercó como para interceptarnos, y se detuvo. A todo esto, ya estábamos a unos cincuenta metros de él, y por existir la posibilidad inmediata de cruzar hacia la calle de la derecha, le pedí al primo de mi amiga que cruzáramos, y así lo hicimos.
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Al cruzar, aumenté el paso, escuché a una vendedora que ofrecía sus productos, vi hacia atrás y el tipo que habíamos esquivado no venía. Un alguien que terminaba de hacer una llamada se dirigió hacia mí gritándome un apodo que nada tiene que ver con aquellos con los que alguna vez me llamaron mis compañeros de escuela o vecinos. No me detuve, pero él me dijo: va agarrala al suave, y se identificó con un apodo, y me brindó un breve informe sobre su afiliación a una clica de una mara. Igual, no le tomé importancia, y nuevamente me llamó por un sobrenombre que me es ajeno, y le dije que no era yo la persona que él creía, y caminé con más prisa. Para este momento, me dijo: mirá maje, de aquí, va, no vas a salir sin que te traboniemos, así que va... Entonces me di cuenta, que si en verdad me habían confundido, como que no lo habían hecho con una buena persona. Así que le dije: no yo no soy el tal - y pronuncié el apodo que él me gritó-. Luego me ordenó que me detuviera, pero no le hice caso, y crucé hacia la izquierda, recuperando el rumbo hacia oriente que traíamos- con el primo de mi compañera- antes de desviarnos, y este alguien que nos interceptó, me explicó, que la persona a la que él buscaba, tenía un teléfono que le habían robado a otro alguien, y no recuerdo bien, pero parece que también había planificado ese robo, o algo por el estilo. Lo que sí recuerdo sin ningún problema, es que me pidió que al llegar a la esquina, cruzáramos la calle para atravesar la plaza que está frente a catedral para que le mostrara mi teléfono, y así él podría revisarlo. Yo pensé: si se lo muestro me va a salir que no soy ése al que dice que buscan, pero igual se lo va a quedar, y entonces él dijo: te cagaste en-y dijo un apodo- pero aquí anda el-no recuerdo el apodo- , y dijo otras cosas más, pero tampoco recuerdo. Luego le aclaré nuevamente que me estaba confundiendo con otra persona, me preguntó que llevábamos en las mochilas, le dije que cuadernos, y por cierto, lo que yo llevaba ni es mochila, pero tampoco me iba a poner a darle detalles. Luego me preguntó: ¿vos te mantenés vacilasndo con los bollas de allá abajo?, y le dije que yo ni siquiera vivo en San Salvador, algo que dije y que ya no me importa si fue un error haberlo dicho. Luego, sacó su celular, y parece que le marcó a alguien, pues dijo lo siguiente en voz alta- y para que yo lo oyera-: no loco, este vato no es, este vato como que es tranquilo; pero puta de todos modos, aquí vamos al otro lado , y no sé que más dijo, pues aproveché para decirle al primo de mi compañera que en el cruce agarrara para el lado derecho, y luego de que dejó de hablar, después de que me dijo que tenía que llevarme donde un fulano, yo le dije que no soy ése a que se supone buscaban, y que por lo tanto no había razón para ir donde ese fulano, él dijo que igual tendríamos que ir, y entonces hubo necesidad de detenerse en la esquina a causa del tráfico, y él mismo me habló sobre la presencia de municipales que estaban hasta el otro lado la plaza por la que pretendía que lo acompañáramos, me pareció raro que no se refiriera a ellos como metropolitanos o los del CAM, pero da igual , pues los municipales estaban justo frente a la catedral, y yo como a ochenta metros de ellos que estaban frente a más gente con banderas, gente que estaba no afuera de la iglesia, sino afuera del edificio que tiene estatuas de piedra ,y gente que parece estatuas que hablan entre sí. Hasta donde entendí las instrucciones, este tipo, quería que atravesáramos la plaza por la orilla en forma vertical, y no en forma horizontal como para llegar frente a la entrada principal de esa catedral que tiene decorado de mercado de artesanías. Desde la esquina, donde permanecíamos inmóviles por los carros, vi un montón de gente evangélica gritando a media plaza, y también observé un grupo de personas con aspecto similar al de él, medio sucios, pero medio ordenados, cara de pocos amigos, y ahora pienso que también de pobre vocabulario, o al menos de un vocabulario en el que por cada tres palabras que pronuncia cinco son va, pero eso no importa, siempre son delincuentes, o por lo menos vagos . Los segundos que estuvimos en la esquina, observé el suelo, observé todo lo que podía ver, y me di cuenta que de pasarme la calle, bien y nos acorralaban, pues no creí que fuera de puro gusto que quería que nos fuéramos por allí, yo no tuve valor como para correr o como para pedir ayuda, y cuando bajó el tráfico, hice como que me pasaría la calle junto a él. Fingí que haría todo como me lo había dicho, empecé a caminar junto a él, pero de repente caminé no hacia la plaza, sino hacia el lado derecho. Debo señalar, que no tuve valor de correr, y eso de cruzar hacia el lado derecho, es en dirección a la parada de los buses que se van por El zoológico, para Los Planes, para etc.
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Creo que el tipo se encabronó demasiado cuando al dar no más de unos tres pasos, se dio cuenta que ya no íbamos caminando junto a él. El primo de mi amiga cruzó antes que nosotros, pues ya sabía que cruzaríamos a la derecha, pero el tipo nuevamente me alcanzó; y ya con otro tono, empezó a pedirme que le mostrara mi teléfono. Y entonces le recordé, que la persona que –supuestamente- estaba buscando no soy yo, y me dijo que le mostrara mi teléfono, y aclaro, ese supuestamente no lo pronuncié, sólo lo pensé. Yo- de pendejo- le pregunté qué modelo era el teléfono que él decía, y me dijo un modelo...digamos un ZinQltura 587, y en serio, ése nada que ver con el que resaltaba en la bolsa de mi jeans, algo que el notó, pues para responderme, más creo que estaba viendo eso y no mis…jeans. Entonces le mostré el celular, y cuando lo iba a agarrar, hice mi mano hacia atrás -como cuando uno tiene siete años, y le ofrece un dulce a un niño de cuatro que extiende su mano para tomarlo, y ya cuando le brillan los ojos de felicidad, uno sonríe, y hace la mano para atrás...- y me guardé el celular diciéndole, ya viste que no soy el - y dije el apodo que me había gritado- y ya comprobaste que no tengo el teléfono que decís. Entonces me dijo: te vale verga que te truene por un celular… En ese momento, me recordó el honor que tuve cuando un asaltante filosofó conmigo, pero claro, éste no era amable como aquel, y no daba miedo como aquel, ni hablaba como aquel, ni veía como aquel, ni…puta mejor no sigo haciendo comparaciones, porque ya me huele a texto extraído de la obra completa de-mejor piense usted mismo en un autor que le publiquen- o se autopublique -cosas así, y no olvide que puede pensar en otros, y no necesariamente en ése. Pero yo por mi parte, no pude dejar de extrañar al que me robó el primer celular que llegué a utilizar, celular que no era siquiera mío. Pero ya por ahorita, dispénseme querido lector, pues para estas fechas me es inevitable ponerme emotivo, así que mejor cuento que tuve intenciones de correr hacia un negocio que estaba a solo unos cinco metros, pero por los vendedores y la gente, me pareció que sería una eternidad y una locura intentarlo, sobre todo porque ese negocio es un cyber, y no se veía ningún vigilante, y también pensé algo que el maroso me diría después, pero ya me dejaré de mal educado y permitiré que siga hablando el tal maroso ese: …e truene por un ce… Perdón, así será difícil que se conserve la secuencia, así que mejor desde el principio de la frase: te vale verga que te truene por un celular, va, vos a saber qué estás escondiendo... y le perdí la pista a lo que hablaba. Yo sospecho, que este tipo que me asaltó lee mentes usando un ancho como de 96 kbps, pues después dijo:...aquí nadie se va a meter si… y como a diferencia de casi siempre que paso por ahí, no encontré policías ni afuera de una zapatería, ni hablando con quien vende los diarios en la parada de buses, saqué el teléfono, y se lo entregué.
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Luego, el tipo se pasó la calle como gritándole a alguien, me quedé parado un momento, y ocurrió algo muy extraño, logré detener mis impulsos, pues me sorprendí cuando estaba a punto de correr tras el tipo; y al intentar correr y detenerme en esa fracción de segundo, sentí como que hubiese estado viendo el mar, y en un parpadeo, toda el agua se vuelve arena. Y todavía me sorprendo cuando pienso en eso, pues sé que intenté correr, no porque lo recuerde con precisión, sino porque me detuve, ya que estoy convencido que mis sentimientos y mis deseos de venganza vencieron a mi razón, pero reaccioné, y comprendo que de no haber reaccionado, ese instante de locura fue suficiente como para que me atropellaran, o para dispararle de haber tenido un arma.
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Me tranquilicé, comencé a caminar, pues en el instante sin razón, perdí de vista al maroso hijo de puta, al darme cuenta que yo me había detenido justo en la orilla de la acera, y reaccione completamente cuando vi que frente a mí pasaban carros, buses, y todo eso. Me sentía totalmente frustrado, pero no sentía miedo, sino sólo rabia, y caminamos durante el minuto necesario para llegar a la terminal de microbuses de la ruta doce. Ya estando en la terminal con el primo de mi compañera, me terminé de dar cuenta que todo lo que ocurrió fue como que nunca hubiera pasado, y comencé a pensar en voz alta sobre qué habría ocurrido de no haber cambiado el rumbo cuando me dio ese ataque de paranoia por el tipo que hablaba por teléfono mientras nosotros estábamos frente al lugar en el que venden series japonesas, y mientas hacía ese monólogo-capricho, sentí miedo como espero nunca volver a sentir, pues mientras veía hacia fuera de la terminal, todo se volvió lento y oscuro, pues el tipo que logramos esquivar ,iba caminando hombro a hombro con el que me quitó el teléfono.
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Epílogo
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Seguro y ésta, es otra señal del cielo, para que yo comprenda que he recibido la inspiración y la misión divina de escribir La Taxonomía General de los Robacelulares. Y le pido al cielo, me dote de fortaleza para perseverar, y que así cada día mi comportamiento se vaya acercando al de los mártires, para así, poder como ellos, cumplir su Voluntad.

4 comentarios:

Nancy dijo...

Lamento mucho lo que te paso.
Ah y lo de la paranoia, lo experimento cada vez que me cruzo el centro de San Salvador.

Unknown dijo...

Ummm cómo lo dije una vez.... qué malo que te roben pero qué bueno que escribás sobre eso :P

Herberth Cea dijo...

Para la próxima decile a Zetino que te acompañe, así no te pasará nada.
Es que no hay que detenerse en el centro. Suerte.

Santiago Vásquez dijo...

N.
Parece que deberían de colocar un terapeuta.

A.
Parece que este blog en vez de ser ZinQltura, debería ser Asaltos y otras cosa, o Nunca falta alguien para víctima.

H.
"No hay que detenerse en el centro", muy cierto.Saludos.