La
luna,La Casa;Canto de guerra.
Este fragmento
de Canto de guerra de las cosas que comparto me encanta, creo que
evidencia y ejemplifica muy bien esa idea de que no se deben ocupar palabras
como muerte cuando el tema es la muerte, no se debe ocupar la palabra amor
cuando el tema es el amor.
Joaquín Pasos era un
nombre que se pronunciaba con mucha frecuencia en La Casa del Escritor, y si no
se pronunciaba el nombre y apellido de este nicaragüense, siempre andaba por ahí en la mente de los
compañeros cuando se citaba algún verso por cualquier motivo, habían veces que
se recitaban buenas porciones de Canto hasta con ánimos religiosos como se hace en
las iglesias con los versículos bíblicos.
-
-
Esa actitud religiosa
se tenía no sólo con este poema pues el Olimpo que construimos con la gente de
La Casa era muy variado; teníamos y tenemos muchos dioses con algunas obras muy
específicas que siempre se citaban.
Este texto me encanta recordarlo
ya no por razones estéticas, contenido y argumentos afines; me gusta recordarlo porque la
última vez que lo leí o cité, Rafa sonrió
como él sabía hacerlo. Ingrid Umaña, René Figueroa y todo el repertorio
habitual de visitantes de los días domingo deben recordar ese momento con mucha
claridad. Yo recuerdo la sonrisa y mirada de Rafa llena de admiración, asombro
y orgullo que mostraba cuando de pendejada en pendejada a uno se le escapaba
algún comentario razonable.
La
Luna,RMO, La Casa.
"Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos."
-
_Federico García Lorca
_
Si vinieran los gitanos,
harían con tu corazón
collares y anillos blancos."
-
_Federico García Lorca
_
Algún vínculo
tuvo Rafael con la Luna Casa y Arte. En muchas pláticas que tuvimos hizo referencia a conversaciones y eventos que ocurrieron cuando él volvió a El Salvador; conversaciones y eventos que fueron
en La luna o que algo tenían que ver con esos su vecinos no tan comunes. Me gustaría hacerlo, pero no puedo
hablar de esos eventos y de esas conversaciones porque en ese periodo no pensaba ni en ir a la Luna ni
en trabajar en un Taller con Rafa.
Eso sí, para mí, La
Luna comenzó a existir por referencias de mi hermano y amigos cuando yo tenía
unos once años o menos, pero mi primer contacto con la Luna de manera directa y
adictiva fue a través de Generacción, me encantaba ese programa, era una buena
alternativa televisiva… pero a La Luna entré varios años después de que desaparecieron el programa. La primera
vez que entré a La Luna fue para una
reunión con unos amigos de los que me
había hecho en Generación de La Sangre,
un encuentro de talleres literarios que se realizó en Quezaltepeque en el año
2005, y en esa ocasión nos reunimos para darle algún tipo de seguimiento a ese encuentro….luego
regresé para un concierto en el que un
grupo tocaría algunas canciones de mi coautoría con las que habían ganado en un
festival de rock. Curiosamente, poco antes del concierto mi hermano llegó a saludarme. Él vio a uno de
mis excompañeros de banda afuera de La Luna, me mandó a buscar
creo; salí del bar y hablamos un poco o bastante no sé, pero la verdad es que debió ser una plática de amigos borrachos
o de hermanos borrachos en un parqueo o algo similar, Dios sabrá sin especular tanto como yo lo hago; en lo personal no recuerdo muy bien, y mi hermano- pienso- que debe recordar menos.
La última vez que entré
a La Luna fue para el primer aniversario de muerte de Rafa, leí uno de los
pocos textos que conozco de él, y tuve una plática y convivio muy bonito con
gente que formó parte de La Casa del Escritor y con personas cercanas a Rafa. Muy
buena onda Beatriz Alcaine pues en esa noche nos permitió estar en La Luna para
recordar la vida de un hijo de puta de
esos que no se fabrican de forma masiva. Y así como nos abrió las puertas de su
casa esa noche, lo hizo también con la escena nacional a tal grado que ser artista
en El Salvador sin haber estado en La Luna se volvió una particularidad muy extraña y
poco frecuente.
El texto de Lorca lo pongo no porque se esté vendiendo partes de La Luna para que algún recuerdo le quede al público y de paso reunir algún dinero para los empleados según entiendo; lo pongo porque me siento con autoridad para decir que durante la infancia de Rafa esa estrofa fue una gran cosa para él pues su papá le leía el romancero gitano de cuando en cuando. Eso lo sé por una de esas pláticas nocturnas que alguna vez tuve en la casa de Los Planes de Renderos mucho antes de la enfermedad de Rafa y durante mi mejor periodo en La Casa del Escritor. Recuerdo muy bien esos momentos cuando Rafa recordaba a su papá y recitaba el romance: sonreía con nostalgía, con alegría y pues la verdad no sé que sentía pero por su mirada sé que era algo muy sincero y algo muy de altura; en ese momento tenía los mismos ojos, la misma satisfacción y la misma paz que tenía en ese retrato de infancia que siempre mantenía cerca de su computadora.
Rafa siempre mantuvo la voluntad para sorprenderse que sólo puede tener un niño; había veces que esa voluntad se volvía muy pero muy superlativa. Recordando esos versos del Romancero Gitano en serio que se pasó, pues uno podía sentir que era el niño retratado el que recitaba a Lorca y no el escritor, el músico, el periodista el maestro, el amigo.
El texto de Lorca lo pongo no porque se esté vendiendo partes de La Luna para que algún recuerdo le quede al público y de paso reunir algún dinero para los empleados según entiendo; lo pongo porque me siento con autoridad para decir que durante la infancia de Rafa esa estrofa fue una gran cosa para él pues su papá le leía el romancero gitano de cuando en cuando. Eso lo sé por una de esas pláticas nocturnas que alguna vez tuve en la casa de Los Planes de Renderos mucho antes de la enfermedad de Rafa y durante mi mejor periodo en La Casa del Escritor. Recuerdo muy bien esos momentos cuando Rafa recordaba a su papá y recitaba el romance: sonreía con nostalgía, con alegría y pues la verdad no sé que sentía pero por su mirada sé que era algo muy sincero y algo muy de altura; en ese momento tenía los mismos ojos, la misma satisfacción y la misma paz que tenía en ese retrato de infancia que siempre mantenía cerca de su computadora.
Rafa siempre mantuvo la voluntad para sorprenderse que sólo puede tener un niño; había veces que esa voluntad se volvía muy pero muy superlativa. Recordando esos versos del Romancero Gitano en serio que se pasó, pues uno podía sentir que era el niño retratado el que recitaba a Lorca y no el escritor, el músico, el periodista el maestro, el amigo.
La luna, Canto de guerra de las cosas, RMO, La Luna.
"La poesía no pertenece a quien la escribe,
pertenece a quien la necesita"
Massimo Troisi
u
A mí de repente hasta
me da por imaginarme a Rafa fumando en una mesa de La Luna, lo imagino sonriendo al
haberse asombrado por cualquier cosa, no me cuesta imaginarlo pues él sonreía
cuando comentaba alguna plática, algún encuentro, algún evento que tuvo como escenario
ese lugar.
-
-
Así como la luna de
Pasos es capaz de estar en tanta variedad de lugares, así y de la misma forma,
La Luna fue capaz de estar presente en tantas locuras de la gente que hizo de
La Luna un espacio para poner en movimiento sus ideas, y entre esos locos se suma gente que admiro, respeto y hasta gente que detesto.
Ya pronto cierran lo
que conocimos como La Luna, y hubo un
recital al que no pude asistir, un recital para cerrar un ciclo de unos veinte
años de poesía en ese lugar.
Yo no estuve en ningún
evento de los de despedida, pero cuando me pregunten por La Luna, una mentirá
me hará bien, y diré que la última vez que estuve por ahí fue para un recital ,diré que en ese recital leí este fragmento de un poema que yo escribí dedicado a la luna y a La Luna; también diré que Rafa estaba de público y que fumaba un
cigarro con la misma dedicación que un niño juega con sus carros de plástico.
El
fragmento de Canto de guerra de las cosas
No había que buscarla en las cartas del
naipe ni en los juegos
de la cábala.
En todas las cartas estaba, hasta en las de amor y en las
de navegar.
Todas los signos llevaban su signo.
Izaba su bandera sin color, fantasmas de bandera para ser
pintada con colores de sangre de fantasma,
bandera que cuando flotaba al viento parecía que flotaba el
viento.
Iba y venía, iba en el venir, venía en el yendo, como que si
fuera viniendo.
Subía, y luego bajaba hasta en medio de la multitud y
besaba a cada hombre.
Acariciaba cada cosa con sus dedos suaves de sobadora
de marfil.
Cuando pasaba un tranvía, ella pasaba en el tranvía;
cuando pasaba una locomotora, ella iba sentada en la trompa.
Pasaba ante el vidrio de todas las vitrinas,
Sobre el río de todos los puentes,
por el cielo de todas las ventanas.
Era la misma vida que flota ciega en las calles como una
niebla borracha.
Estaba de pie junto a todas las paredes como un ejército de
mendigos,
era un diluvio en el aire.
Era tenaz, y también dulce, como el tiempo.
Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio,
con el hueco de un corazón fugitivo,
con la sombra del cuerpo
con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio,
con el espacio vacío de una mano sin dueño,
con los labios heridos
con los párpados sin sueño,
con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del
resentimiento
y el narciso,
con el hombro izquierdo
con el hombro que carga las flores y el vino,
con las uñas que aún están adentro
y no han salido,
con el porvenir sin premio con el pasado sin castigo,
con el aliento,
con el silbido,
con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de
líquido
con el último verso del último libro.
Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío.
de la cábala.
En todas las cartas estaba, hasta en las de amor y en las
de navegar.
Todas los signos llevaban su signo.
Izaba su bandera sin color, fantasmas de bandera para ser
pintada con colores de sangre de fantasma,
bandera que cuando flotaba al viento parecía que flotaba el
viento.
Iba y venía, iba en el venir, venía en el yendo, como que si
fuera viniendo.
Subía, y luego bajaba hasta en medio de la multitud y
besaba a cada hombre.
Acariciaba cada cosa con sus dedos suaves de sobadora
de marfil.
Cuando pasaba un tranvía, ella pasaba en el tranvía;
cuando pasaba una locomotora, ella iba sentada en la trompa.
Pasaba ante el vidrio de todas las vitrinas,
Sobre el río de todos los puentes,
por el cielo de todas las ventanas.
Era la misma vida que flota ciega en las calles como una
niebla borracha.
Estaba de pie junto a todas las paredes como un ejército de
mendigos,
era un diluvio en el aire.
Era tenaz, y también dulce, como el tiempo.
Con la opaca voz de un destrozado amor sin remedio,
con el hueco de un corazón fugitivo,
con la sombra del cuerpo
con la sombra del alma, apenas sombra de vidrio,
con el espacio vacío de una mano sin dueño,
con los labios heridos
con los párpados sin sueño,
con el pedazo de pecho donde está sembrado el musgo del
resentimiento
y el narciso,
con el hombro izquierdo
con el hombro que carga las flores y el vino,
con las uñas que aún están adentro
y no han salido,
con el porvenir sin premio con el pasado sin castigo,
con el aliento,
con el silbido,
con el último bocado de tiempo, con el último sorbo de
líquido
con el último verso del último libro.
Y con lo que será ajeno. Y con lo que fue mío.
3 comentarios:
Leí tu post y te agradezco que me hayas removido tantos recuerdos. Yo estuve ahí el día del descubrimiento de la luna. Casi te matamos entre todos, o al menos nos dieron ganas...
Gracias por hacerme leer de nuevo el poema de Pasos que para ser honesta aún no estoy preparada para releer... lo acepto.
Te abrazo Santiago. Fuerte y fraterno.
pinche Santiago
Loida: esos recuerdos comunes son una gran cosa, La Casa del Escritor es de esas experiencias irrepetibles que sería una pendejada muy mayúscula olvidar.
Erika: XD
Publicar un comentario