Alguna vez Batista fue bendecido por las criptomonedas de Meyer Lansky.
Alguna vez Noriega repartió el pan y el vino tanto para el don del Despacho Oval como para sus enemigos.
Alguna vez mi señor,
diremos que lo vimos volar
y que volaba como una mosca:
lo mismo se paraba sobre un pescado servido en porcelana que sobre un pescado expulsado del sistema digestivo,
pero nunca sobre uno atrapado con el esfuerzo de su red o de su caña.
Un día mi señor,
un día también se romperá el lazo que sostiene su piñata.
Un día recordará que la historia le advirtió que sus injertos alguna vez serían puestos en remojo.
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