"Las mujeres se arreglan para otras mujeres"; eso se suele
decir con el ánimo de afirmar que el hombre no presta atención a los pequeños
detalles que forman la imagen tota de una mujer. Esa sentencia afirma que sólo
entre mujeres son capaces de notar hasta los más mínimos cambios e innovaciones
a pesar de que a la mayoría de mujeres les gusta atraer hombres. Un hombre ve a
una mujer y más que decir qué bien se le
ve esa falda, se interesará en lo que oculta o evidencia esa falda; sin embargo
otra sujeta (valga el lenguaje de género) ve a esa misma mujer y probablemente
notará que la falda no combina con el bolso, que la falda le marca que el
tinte del cabello necesita retoque o que
la falda le va muy bien con los tacones. Para una mujer es importante verse bien ante el ojo masculino, pero es muy importante verse bien para demostrarle estatus y estilo a otras mujeres. Para una mujer moderna es suficiente que el estilo la haga sentirse bien consigo misma: de esa actitud se derivan muchas consecuencias interesantes y otras asquerosas, pero eso es otro rollo.
A la mayoría de hombres le gusta atraer mujeres, pero cuando
un hombre lanza un piropo, regularmente lo hará
para impresionar a otros hombres; si dice un piropo lo hará para marcar
su hombría en un grupo de amigos, pues regularmente los piropos que provienen
de un grupo son pendejadas que están lejos de gustar a las mujeres pero son
capaces de incomodarlas. Los piropos que
provienen de un grupo de hombres con características de perros muchas veces son verdaderos tratados de acoso, son
vulgaridades sin capacidad de conmover los sentimientos femeninos; son frases en
las que un hombre le demuestra a un grupo de hombres que él profesa esa hombría propia de negar los sentimientos y
afirmar que la belleza femenina vale la pena únicamente por el acto
físico. También hay piropos que no son
vulgares, pero si provienen de alguien en un grupo son más para afirmar la hombría en un grupo que
para otra cosa.
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