jueves, enero 23, 2014

De monja a madre

Que una mujer dé a luz es un acontecimiento  un tanto antiguo según entiendo. Un acontecimiento que no necesita mucha explicación y que pocas veces ofrece alguna novedad. Es un hecho capaz de emocionar al círculo cercano a la madre y al padre: familia, amigos; mientras que para los desconocidos, el enterarse  sobre una nueva vida puede ocasionarles una felicidad muy pasiva o algo así como una felicidad muy apática. A diario nacen unos mientras que otros mueren.  Esa es la dinámica del mundo desde siempre;  pero cuando se está involucrado  de forma directa con quien abre o con quien cierra los ojos por primera o última vez, hay algún tipo de reacción más o menos activa ante el acontecimiento. 

Si uno no está relacionado de alguna forma con quien nace o con quien muere,  eso de la vida o la muerte es un algo tan sin novedad que no es capaz de ser noticia a nivel de toda una sociedad; claro la  excepción se da cuando  se trata de algún famoso o de alguien importante. Pero cuando quien nace o quien muere es un desconocido rodeado de desconocidos, la capacidad de que la vida o la muerte sea un acontecimiento trascendente sólo se da en torno a una situación muy particular, muy polémica o muy escandalosa.

Insisto con la palabra trascendente pues una nueva vida o una nueva muerte siempre lo es por cuestión de humanidad. Sin embargo,  en lo que a periodismo se refiere no todas las vidas y no todas las muertes son trascendentes; ¿feo, frío o inhumano?   No importa el adjetivo, así debe seguir siendo. En los medios casi sólo se informa sobre las muertes que son capaces de generar angustia o atención en los espectadores. Sobre las nuevas vidas, sólo es de interés noticioso el primer bebe del año, el hijo de la amante de un funcionario, el hijo de una estrella, el hijo de una monja y similares.

En estos días ha circulado la noticia de una monja salvadoreña que fue al hospital por un problema en el estómago, o en el vientre o en algún lugar; pero resultó que el problema en el estómago, en el vientre o en algún lugar tenía ojos, corazón y todo eso que lo hizo merecedor de un nombre. Somos muchos los que hemos sido merecedores de un nombre a pesar de haber sido concebido en pecado. Somos muchos los que estamos vivos a pesar de que a nuestros progenitores los venció la tentación de la carne; pero por ser completos desconocidos que nos parieran no generó una noticia. Por eso no entiendo tanto golpe de pecho que se dan muchos; es una actitud muy hipócrita la de estar juzgando a esta monja que sólo ejerció su naturaleza.  Naturaleza que según entiendo  fue diseñada por el Creador si lo queremos ver desde una visión cristiana. Eso sí, no han faltado las viejas putas que ahora se sienten más puras que el agua pura, esas viejas que tienen al menos un amante y ahora se sienten con autoridad de juzgar a la monja que salió embarazada gracias a esa práctica de abrir las piernas; práctica que también  conoció mi abuela, mi madre, mis hermanas y que conocerán mis sobrinas, hijas y también las de ustedes y tu mamá también.  Ni el casto, ni ninguno tiene autoridad para ejercer un juicio contra ella. Afirmo esto recordando que el El Hijo del Hombre dijo algo así como no juzguéis  y pues no digo más porque ustedes se saben esa historia tan conocida del evangelio.

Esa noticia de la monja salvadoreña ha sido todo un boom. Si la noticia hubiera sido titulada “mujer da a luz” no sería noticia. Esa noticia bien y pudo haberse titulado “monja da a luz”; sin embargo eso de “monja salvadoreña da a luz” es muy útil también para limpiar la santa imagen de las mujeres del país en el que está la prisión donde están recluidas las pequeñas discípulas  de Cristo.  En fin no sé si yo ando con actitud de indio explotado por Europa o ellos andan algo xenofóbicos, o sólo se está aprovechando que a lo mejor los salvadoreños tenemos fama en ser buenos para perpetuar la especie; pero lo certero es que la monja salvadoreña es noticia, y es noticia de las que todo mundo comenta. 

Algo que sí me encanta de la cobertura de prensa es que se puede apreciar todo un proceso de madurez a través de  las declaraciones de  la monja. Se nota que fue muy duro afrontar esta situación pero lo hizo de una forma muy natural. Inicialmente declaró “No puedo dar a luz, soy una monja”. Estas palabras las pronunció después de conocer los resultados de ecografía a la que fue sometida. En esa frase está presente la negación de quien se ve sorprendido ante las consecuencias de algo, el temor a la institucionalidad, el miedo a la persecución doctrinaria y sobre todo el temor a haber roto los preceptos por los que la vocación le hizo regirse durante muchos años; pero la naturaleza es fuerte y su naturaleza materna, su naturaleza como mujer la llevó a madurar con la nueva vida y posteriormente declaró: “Me siento más madre que monja”. Es obvio que sea así, pues antes que monja fue mujer, y antes de que su mente conociera la religiosidad sus instintos ya conocían la naturaleza. Me parece muy bonito que ella asuma la maternidad declarando: “Voy a cuidar a mi bebé porque es un don de Dios" lo dice con la libertad que sólo puede decirlo quien se sabe libre de pecado, y lo hace en vez de estarse sumergiendo en un sentimiento de culpa por haber hecho algo que muchas monjas a lo mejor resuelven con algún método anticonceptivo, con sus propias manos o como sea.

La sociedad intentará hacerla sentir culpable en muchas formas; por ejemplo, las hipócritas de sus compañeras de reclusión voluntaria lo han hecho. Son muy estúpidas al ponerse tan inquisidoras y tomar una actitud de un rechazo al  nivel de no visitarla en el hospital. Ellas están repudiando a la “pecadora” y creo que el rollo del cristianismo es repudiar el pecado pero amar al pecador. Eso lo entiendo sin necesidad de hacer votos contra la naturaleza y a fin de cuentas, si nos ponemos muy estrictos y cristianos es fácil darse cuenta que en todo caso, la monja pecó al momento de procrear y no a la hora del parto. Asumir con amor su rol de madre la acerca a Dios, mientras que  sus compañeras juzgando como juzgan demuestran que su amor a la religiosidad las aleja de Dios al negar ese principio tan necesario de amor al prójimo. 

Que la monja se quitó el hábito de una forma muy literal, que contradijo sus votos , que faltó a sus hábitos y se entregó a los placeres de la carne o  es innegable; pero no debemos olvidar que ese hábito,  que esos votos contradicen a la naturaleza, y es muy triste, pero es muy común que las religiones por afirmar su doctrina terminan contradiciendo a su propio Dios. Es terrible, pero  no es de  extrañarse por todo eso, pues esas cosas suelen ocurrir en las prisiones del espíritu que de forma cotidiana conocemos como religiones.

Sea de la forma que sea, día a día muchos tenemos sexo fuera de matrimonio, y por eso no puedo evitar pensar en aquello de que tire la primer piedra el que esté libre de pecado; sin embargo a esta monja ya la sepultaron con muchas piedras  y muchos de los que han lanzado piedras están muy podridos por dentro . Lo que me irrita mucho, es que hay personas muy correctas que ni cuando un cura se quita la sotana para penetrar a un niño hacen tanto escándalo como el que han hecho ante la hermana que faltó a sus votos; pero eso sí, a esta monja sí  la han triturado.


Lo mejor de todo es que hay una nueva vida, y según parece esta monja buscó a Dios en una doctrina absurda, en un montón de ritos y votos necios, y  a lo mejor no encontró a Dios recluida en un convento; a lo mejor encontró a Dios hasta que conoció el llanto y la sonrisa de la vida que es el fruto de su carne y de su vientre.

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