Que una mujer dé a luz es un
acontecimiento un tanto antiguo según entiendo.
Un acontecimiento que no necesita mucha explicación y que pocas veces ofrece
alguna novedad. Es un hecho capaz de emocionar al círculo cercano a la madre y al padre: familia, amigos; mientras que para
los desconocidos, el enterarse sobre una nueva vida puede ocasionarles una felicidad muy pasiva o algo así como una felicidad muy
apática. A diario nacen unos mientras que otros mueren. Esa es la dinámica del mundo desde siempre; pero cuando se está involucrado de forma directa con quien abre o con quien
cierra los ojos por primera o última vez, hay algún tipo de reacción más o
menos activa ante el acontecimiento.
Si uno no está relacionado de
alguna forma con quien nace o con quien muere, eso de la vida o la muerte es un algo tan sin
novedad que no es capaz de ser noticia a nivel de toda una sociedad; claro la excepción se da cuando se trata de algún famoso o de alguien
importante. Pero cuando quien nace o quien muere es un desconocido rodeado de desconocidos,
la capacidad de que la vida o la muerte sea un acontecimiento trascendente sólo
se da en torno a una situación muy particular, muy polémica o muy escandalosa.
Insisto con la palabra
trascendente pues una nueva vida o una nueva muerte siempre lo es por cuestión
de humanidad. Sin embargo, en lo que a
periodismo se refiere no todas las vidas y no todas las muertes son
trascendentes; ¿feo, frío o inhumano? No importa
el adjetivo, así debe seguir siendo. En los medios casi sólo se informa sobre
las muertes que son capaces de generar angustia o atención en los espectadores.
Sobre las nuevas vidas, sólo es de interés noticioso el primer bebe del año, el
hijo de la amante de un funcionario, el hijo de una estrella, el hijo de una
monja y similares.
En estos días ha circulado la noticia
de una monja salvadoreña que fue al hospital por un problema en el estómago, o
en el vientre o en algún lugar; pero resultó que el problema en el estómago, en
el vientre o en algún lugar tenía ojos, corazón y todo eso que lo hizo
merecedor de un nombre. Somos muchos los que hemos sido merecedores de un
nombre a pesar de haber sido concebido en pecado. Somos muchos los que estamos
vivos a pesar de que a nuestros progenitores los venció la tentación de la
carne; pero por ser completos desconocidos que nos parieran no generó una noticia. Por eso no entiendo tanto golpe de pecho que se dan muchos; es una actitud muy hipócrita la de estar juzgando a esta monja que sólo
ejerció su naturaleza. Naturaleza que
según entiendo fue diseñada por el
Creador si lo queremos ver desde una visión cristiana. Eso sí, no han faltado
las viejas putas que ahora se sienten más puras que el agua pura, esas viejas que tienen al menos un amante y ahora se
sienten con autoridad de juzgar a la monja que salió embarazada gracias a esa
práctica de abrir las piernas; práctica que también conoció mi abuela, mi madre, mis hermanas y
que conocerán mis sobrinas, hijas y también las de ustedes y tu mamá también. Ni el casto, ni ninguno tiene autoridad para
ejercer un juicio contra ella. Afirmo esto recordando que el El Hijo del Hombre
dijo algo así como no juzguéis y pues no digo más porque ustedes se saben
esa historia tan conocida del evangelio.
Esa noticia de la monja
salvadoreña ha sido todo un boom. Si la noticia hubiera sido titulada “mujer da
a luz” no sería noticia. Esa noticia bien y pudo haberse titulado “monja da a
luz”; sin embargo eso de “monja salvadoreña da a luz” es muy útil también para
limpiar la santa imagen de las mujeres del país en el que está la prisión donde
están recluidas las pequeñas discípulas de Cristo. En fin no sé si yo ando con actitud de indio
explotado por Europa o ellos andan algo xenofóbicos, o sólo se está
aprovechando que a lo mejor los salvadoreños tenemos fama en ser buenos para
perpetuar la especie; pero lo certero es que la monja salvadoreña es noticia, y
es noticia de las que todo mundo comenta.
Algo que sí me encanta de la
cobertura de prensa es que se puede apreciar todo un proceso de madurez a
través de las declaraciones de la monja. Se nota que fue muy duro afrontar
esta situación pero lo hizo de una forma muy natural. Inicialmente declaró “No
puedo dar a luz, soy una monja”. Estas palabras las pronunció después de conocer
los resultados de ecografía a la que fue sometida. En esa frase está presente la
negación de quien se ve sorprendido ante las consecuencias de algo, el temor a
la institucionalidad, el miedo a la persecución doctrinaria y sobre todo el
temor a haber roto los preceptos por los que la vocación le hizo regirse
durante muchos años; pero la naturaleza
es fuerte y su naturaleza materna, su naturaleza como mujer la llevó a madurar
con la nueva vida y posteriormente declaró: “Me siento más madre que monja”. Es
obvio que sea así, pues antes que monja fue mujer, y antes de que su mente
conociera la religiosidad sus instintos ya conocían la naturaleza. Me parece
muy bonito que ella asuma la maternidad declarando: “Voy a cuidar a mi bebé
porque es un don de Dios" lo dice con la libertad que sólo puede decirlo
quien se sabe libre de pecado, y lo hace en vez de estarse sumergiendo en un sentimiento
de culpa por haber hecho algo que muchas monjas a lo mejor resuelven con algún
método anticonceptivo, con sus propias manos o como sea.
La sociedad intentará hacerla
sentir culpable en muchas formas; por ejemplo, las hipócritas de sus compañeras de reclusión
voluntaria lo han hecho. Son muy estúpidas al ponerse tan inquisidoras y tomar
una actitud de un rechazo al nivel de no visitarla en el hospital. Ellas están repudiando a la “pecadora” y creo que el
rollo del cristianismo es repudiar el pecado pero amar al pecador. Eso lo
entiendo sin necesidad de hacer votos contra la naturaleza y a fin de cuentas,
si nos ponemos muy estrictos y cristianos es fácil darse cuenta que en todo
caso, la monja pecó al momento de procrear y no a la hora del parto. Asumir con
amor su rol de madre la acerca a Dios, mientras que sus compañeras juzgando como juzgan demuestran
que su amor a la religiosidad las aleja de Dios al negar ese principio tan
necesario de amor al prójimo.
Que la monja se quitó el hábito de una forma muy literal,
que contradijo sus votos , que faltó a sus hábitos y se entregó a los placeres de la carne o es
innegable; pero no debemos olvidar que ese hábito, que esos votos contradicen a la naturaleza, y
es muy triste, pero es muy común que las religiones por afirmar su doctrina
terminan contradiciendo a su propio Dios. Es terrible, pero no es de extrañarse por todo eso, pues esas cosas
suelen ocurrir en las prisiones del espíritu que de forma cotidiana conocemos
como religiones.
Sea de la forma que sea, día a día muchos tenemos sexo fuera
de matrimonio, y por eso no puedo evitar pensar en aquello de que tire la primer
piedra el que esté libre de pecado; sin embargo a esta monja ya la sepultaron
con muchas piedras y muchos de los que
han lanzado piedras están muy podridos por dentro . Lo que me irrita mucho, es
que hay personas muy correctas que ni cuando un cura se quita la sotana para
penetrar a un niño hacen tanto escándalo como el que han hecho ante la hermana
que faltó a sus votos; pero eso sí, a esta monja sí la han triturado.
Lo mejor de todo es que hay una nueva vida, y según parece
esta monja buscó a Dios en una doctrina absurda, en un montón de ritos y votos necios,
y a lo mejor no encontró a Dios recluida en
un convento; a lo mejor encontró a Dios hasta que conoció el llanto y la
sonrisa de la vida que es el fruto de su carne y de su vientre.
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